¡Que no me llaméis!

Tení­a el escritor Bernard Shaw verdadera aversión por el teléfono.

Cuando alguien llamaba a su casa, la criada tení­a ordenado contestar:

– El señor no responde nunca antes de las 6 de la tarde.

Si telefoneaban después, la respuesta era:

– El señor no responde nunca después de las 6 de la tarde.

Y si alguien insistí­a:

– ¿Entonces a qué hora puedo telefonear?

– A las 6 en punto.

A esa hora el teléfono siempre estaba descolgado.

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