26 de septiembre, dí­a de Stanislav Petrov

Hoy es en todo el mundo el dí­a de Stanislav Petrov, aniversario de la ocasión en que, hace 27 años, un teniente coronel soviético tuvo el destino del planeta en sus manos.

En medio de una crisis entre la URSS y los EEUU a causa del abatimiento de un 747 civil coreano por parte de los soviéticos, Petrov recibió un falso aviso de sus satélites espí­a: parecí­a que Estados Unidos habí­a lanzado cinco misiles nucleares. Petrov decidió no contraatacar, basándose en que «la gente no empieza la Tercera Guerra Mundial con sólo cinco misiles». Tení­a razón, y su valiente decisión nos salvó a todos, aunque terminara con su carrera. ¡Spasiva, Stanislav Yevgrafovich Petrov!

El incidente del equinoccio de otoño (URSS)

El sistema ruso de satélites de alerta temprana OKO funciona de manera distinta al DSP estadounidense. Mientras el estadounidense enfoca directamente al suelo, el ruso tiene una órbita especial, similar a la de los satélites de telecomunicaciones Molniya, que enfoca a la lí­nea del horizonte, para detectar a los misiles conforme asciendan sobre la misma.

A este tipo de órbitas polares, que se aproximan bastante a la Tierra en el hemisferio sur y se alejan de ella en el Norte, se les denomina genéricamente «órbitas Molniya«. De esta manera, con un solo satélite se puede cubrir mucho más espacio y además es más difí­cil que reflejos o artefactos propios de la superficie o de la atmósfera terrestre produzcan falsas alarmas. Este método es mejor, más económico, más ingenioso y más difí­cil de inutilizar que el estadounidense.

Sin embargo, el 26 de septiembre de 1983, sólo 25 dí­as después del derribo del Jumbo surcoreano por las Fuerzas Aéreas Soviéticas, con la dirigencia de la URSS aún convencida de que se trataba de un avión espí­a o de «tanteo de defensas», los satélites OKO detectaron súbitamente el lanzamiento de numerosos ICBM norteamericanos contra la Unión Soviética. Nada de análisis de los ordenadores: los satélites detectaban genuinas trazas térmicas de alta temperatura ascendiendo sobre el horizonte, y los ordenadores identificaron cinco de ellas como correspondientes a misiles balí­sticos intercontinentales Minuteman sin duda alguna.

Pues pese a todas estas evidencias, el teniente coronel Stanislav Petrov, del GRU (inteligencia militar soviética), en esos momentos al mando de Serpukhov-15 (centro de mando de la inteligencia militar soviética desde donde se coordina la defensa aeroespacial rusa) mantuvo la sangre frí­a y se negó a dar la alerta. Cuando le preguntaron después por qué no lo hizo, contestó simplemente: «La gente no empieza una guerra nuclear con sólo cinco misiles».

Resulta que aquel dí­a se habí­a producido una rara conjunción entre la red de satélites OKO, la Tierra y el Sol, coincidiendo con el equinoccio de otoño: el Sol se elevó sobre el horizonte en un ángulo tal que coincidí­a con el área tangencial de cobertura de todos los satélites que vigilaban los emplazamientos norteamericanos de misiles, y esto produjo en sus sensores señales térmicas espurias. Este efecto estaba previsto por los diseñadores del sistema, pero no está claro si Petrov era conocedor del mismo o no.

Este incidente avergonzó a altos cargos soviéticos y en materia de disciplina militar, consideraron que el teniente coronel Petrov se equivocó en su decisión (ya que su deber era comunicar el dato a sus superiores, y dejar que ellos decidieran si era erróneo o no). Sin embargo, dadas las circunstancias no lo castigaron, pero lo reasignaron a un puesto inferior y decidieron ocultar el incidente.

Póster del documental «El hombre que salvó al mundo»

Hoy en dí­a, Petrov se encuentra retirado del ejército y pasa sus dí­as como pensionista en Fryazino, Rusia.[1] Aunque no se considera un héroe por lo que hizo ese dí­a, la «Association of World Citizens» (Asociación de Ciudadanos del Mundo) le otorgó su premio «World Citizen Award» el 21 de mayo de 2004, que consta de un trofeo y 1.000 dólares estadounidenses, por evitar lo que podrí­a haber sido un desastre mundial.

En enero de 2006, Petrov realizó un viaje a EEUU, donde fue homenajeado por las Naciones Unidas, y donde posteriormente le fue entregado un segundo premio de la Asociación de Ciudadanos del Mundo.

En el documental «The Red Button & The Man Who Saved The World» («El botón rojo y el hombre que salvó el mundo», 2008) Petrov afirma: «Todo lo que pasó no me concerní­a – era mi trabajo. Estaba simplemente haciendo mi trabajo y fui la persona correcta en el momento apropiado, eso es todo. Mi última esposa estuvo diez años sin saber nada del asunto. ‘¿Pero qué hiciste?’, me preguntó. ‘No hice nada'».[2]

Fuente: Wikipedia y Barrapunto

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