Ahora todo es digital y está en la Red. Tú pones el precio

Muchos recursos de los que disponemos son escasos, pero el conocimiento no es uno de ellos.

Hoy la informática no puede concebirse sin la ética hacker. Entiéndase que hacker no es sinónimo de pirata informático: en su acepción auténtica refiera a un experto en seguridad informática, programación o Sistemas. El sentido peyorativo del término procede de la baja calidad informativa que de ordinario ofrecen los medios (y que vende imaginar a malotes con parche en el ojo).

Los hackers tienen protagonismo en la constitución de Internet tal como la conocemos ahora. Su filosofí­a hunde sus raí­ces en un momento histórico concreto de la cultura norteamericana y se basa en principios como la descentralización y el afán de compartir conocimientos. Y respecto a la relación humana con los ordenadores y la tecnologí­a que nos rodea, se parte de la base de que:

  1. La información debe ser libre.
  2. La informática ha de ser una herramienta que sirva para mejorar nuestras vidas.
  3. La red debe facilitar cualquier forma de expresión creativa o artí­stica.
  4. La autoridad gubernamental, académica o la propia burocracia, no deben poner trabas al desarrollo de todo lo anterior.

Un numeroso grupo de personas perseveran para entender y mejorar las nuevas tecnologí­as haciéndolas accesibles al conjunto de la sociedad. Eso se llama usabilidad y difusión.

Y, no menos importante, se trata de una lucha para que los avances obtenidos en el conocimiento se mantengan lejos del control exclusivo de gobiernos y grandes corporaciones, algo que por supuesto no resulta nada fácil.

Todo ello forma parte del ideario del movimiento de software libre, donde miles de programadores repartidos por el mundo se unen a través de Internet para progresar juntos. Saben que sus creaciones pueden beneficiar a todos y de paso están frenando en lo posible monopolios que de otra forma, florecerí­an instantáneamente.

Sin personas que compartan conocimientos de forma colaborativa y altruista no existirí­a la Wikipedia, ni se hubieran desarrollado todas esas plataformas que dan cobijo a grandes ideas y aplicaciones como Firefox, FileZilla, Thunderbird, WordPress, los sistemas Linux, Apache, MySQL, OpenOffice, eMule, BitTorrent…

Sin la cancha de Internet los programadores de todo el mundo no hubieran podido encontrarse y aplicarse en crear y compartir software, así­ que todo va en el mismo lote.

La inveterada costumbre humana de imponer patentes, privilegios, arbitrios, licencias y todo ese tipo de iniciativas que tanto nos gustan poner en marcha para prosperar nosotros y explotar beneficios a costa del prójimo, no hubiera permitido el desarrollado de Internet de la forma impresionante en que lo ha hecho.

No hay duda de que las nuevas tecnologí­as están obligando a cambiar de manera clara y vertiginosa un amplio número de facetas de nuestras vidas, para bien y para mal, desde aspectos relativos al ocio, las profesiones o los hábitos domésticos hasta la forma de comunicarnos, formarnos, relacionarnos con la Administración y por supuesto comprar y vender.

Todo lo cual afecta no sólo a los modelos de negocio; también a la creación desde su fase inicial y por lo tanto a los tan cacareados «derechos de autor».

Desde hace años el gobierno legisla para salvaguardar la propiedad intelectual en la Red. Pero, ¿qué interés? ¿el cultural común o lo que demandan personajes y grupos empresariales de presión? Porque hasta ahora las leyes de propiedad intelectual más que aumentar y favorecer parece que han reducido las creaciones en general, y eso sin hablar de privilegios, favoritismos o la clientela de paniaguados que generan las polí­ticas de subvenciones.

Se puede debatir acerca del tema de los derechos de autor hasta el último anochecer de los tiempos, pero resumiendo la cuestión planteada respecto al uso y abuso de tecnologí­as, hoy tenemos básicamente dos escenarios planteados:

a) Los creadores, sus representantes, valedores e interesados, renuncian a parte del pastel que habí­a antes y que vení­an percibiendo, y comienzan a explotar nuevas fórmulas para obtener beneficios por otro lado.

b) Permanece el mismo esquema de derechos de autor adquiridos protegiéndolo con una polí­tica represora que restrinja los usos tecnológicos de la mayorí­a para amparar a una minorí­a.

La realidad marca la primera ví­a; la Administración, empujada por las organizaciones que gestionan aquellos derechos, opta por la segunda. ¿Cuánto durará la pugna? ¿Cómo acabará? Ni idea, sin embargo en cualquier caso los modelos de negocio se transforman a tal velocidad que no van a ser los mismos. Es así­, no hay vuelta atrás.

La innovación no va a morir ni las personas emprendedoras van a desaparecer. Quienes tendrán dificultades son todos aquellos que se opongan rotundamente a los nuevos tiempos.

Si se transforma la filosofí­a de la industria de la música y similares habituadas a explotar a los artistas y exprimir el bolsillo de los consumidores, bienvenido sea el cambio.

Os dejo con unos extractos de un excelente articulo de Javier Candeira, uno de los mejores analistas de nuevas tecnologí­as:

«En presencia de las tecnologí­as actuales, la copia privada (masiva, pero privada) es un hecho natural inevitable o, mejor dicho, sólo evitable mediante dos catástrofes: o la vuelta a una sociedad preindustrial o la implantación de un estado policial.
(…)

Cada vez hay más cultura más accesible libremente a más gente, y los esfuerzos de las Coaliciones son sólo dedos que intentan taponar agujeros en un dique que se derrumba.
(…)

Pero no el dique de la cultura, sino el de los modelos añejos de las industrias editoriales de la cultura. Los nuevos modelos pueden suponer otras hecatombes distintas .. : la desaparición del negocio de la música grabada, por ejemplo. El mundo de la edición literaria ya está sufriendo grandemente, y el paso al digital puede hacer que desaparezcan los sueldos (que no los trabajos) de muchas personas, no sólo autores sino editores, correctores, diseñadores, impresores… Otros intermediarios perecerán en los cambios a una industria
(..)
Pero sigue habiendo lugar para los creadores.

(..)

Los modelos de negocio post-Internet deberán tener en cuenta la existencia de redes de pares y al público como diseminador de la obra existente
(..)

La principal caracterí­stica de los nuevos modelos de negocio es que aún no los hemos puesto a prueba, y la forma de hacerlo no puede ni debe ser cortar el aire a la sociedad y a sus experimentos económicos.
(..)

No sabemos la forma que tendrá la economí­a polí­tica de la cultura dentro de cincuenta o cien años, pero yo estoy dispuesto a arriesgar una predicción: cuando los historiadores y economistas del futuro la analicen, no describirán Internet, las descargas y las redes de pares como «piraterí­a», ni tampoco como el germen de mil nuevas formas de producción cultural, y serán las facultades de Ciencias Económicas y Empresariales las que traten de los mil nuevos (nuevos para nosotros: para entonces serán ya establecidos) modos con que los creadores se ganen la vida gracias a su obra».

Hay una animación en Youtube de Nina Paley que explica con una canción infantil por qué Copiar No Es Robar («Copying Is Not Theft»).

Y como también recuerda el mismo J. Candeira, hay muchos casos reales de modelos de negocio para creadores en la Red.

Fuente principal:
Cómo ganar dinero en un mundo perfectamente copiable.

Ver también:
El manifiesto y la ética hacker., artí­culo de Ví­ctor R. Ruiz

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