Alphaville: De máscaras y enigmas

Alphaville, los nuestros, no los alemanes de Forever Young, son un referente no se decir si poco conocido de la escena española de los ochenta, una banda que se distinguió por desarrollarse un tanto apartada del interés popular.

Apostaron por una elegancia con mucha sutileza de fondo, dotando a sus canciones de letras enigmáticas y frecuentes referencias literarias y a su música de toques electrónicos refinados.


Alphaville surgen en Madrid en 1980, justo en el germen de la movida, con un estilo musical en la órbita de la new wave y el synth pop.

Intentando abrirse paso a través de conciertos por los locales más conocidos de la capital como el Marquee o Rockola, les llega la oportunidad de realizar una primera grabación para DRO tras llamar la atención de Servando Carballar, que les mete en un estudio. Así quedó editado el EP Paisajes nocturnos (1982), tres canciones de oscuro pop electrónico creando, como suele decirse, «atmósferas».

Pronto vuelven a tener nuevos temas y en apenas unos meses se publica el maxi Palacio de Invierno con una repercusión mayor. Y por fin en 1983 aparece el primer álbum, De máscaras y enigmas, donde despunta un sonido distintivo de guitarras poderosas y teclados sugerentes en la estela de bandas británicas de la época como Joy Division o Echo & the Bunnymen.

Al año siguiente llega otro maxi, El desprecio, que incluye la canción más aclamada de su carrera: De máscaras y enigmas (sí, con el mismo título que el álbum anterior).

El tema De máscaras y enigmas exhibe una atmósfera misteriosa de claroscuros y una letra enigmática como pocas. Sin embargo el maxi no fue del agrado de la crítica. Además, la dirección y fuerte personalidad de José Luis Fernández Abel incomodaba al resto de la banda al considerar que ejercía demasiado protagonismo. Todo ello conjuntamente contribuyó a que la formación entrara en declive hasta separarse definitivamente en 1986.

La última referencia es un recopilatorio que repasa la carrera de la banda a través de sus composiciones más emblemáticas: Después de la Derrota (DRO, 1997) un disco atractivo teniendo en cuenta que los trabajos de la formación madrileña se encuentran descatalogados.


Con temas de aire tenebroso, letras excéntricas e intensas y un pop electrónico seductor, se ganaron el respeto de crí­tica y público. No puedo negar que dejan en ocasiones una sensación frí­a pero siempre podías disfrutar del aire envolvente que dejaba una escucha de Alphaville.

En la contraportada de su último EP El desprecio (1984), en lugar de los tí­tulos podemos leer un extracto de «Calí­gula» de Albert Camus:

El Joven Escipión- «Todos los hombres tienen una dulzura en la vida. Eso los ayuda a continuar. A ella recurren cuando se sienten demasiado gastados».
Calí­gula- «Es cierto, Escipión»
El Joven Escipión- «¿No hay, pues, en la tuya nada semejante? ¿La proximidad de las lágrimas? ¿Un refugio silencioso?»
Calí­gula- «Sí­, a pesar de todo»
El Joven Escipión- «¿Y qué es?
Calí­gula (lentamente)- «El desprecio”

¿Será una especie de recadito?

En definitiva, una banda interesante con marcada personalidad. Diferentes, con gran calidad instrumental y apreciados por aquellos que los recuerdan.

Hoy ponemos el foco en De máscaras y enigmas, el que considero tema más significativo de los Alphaville. Tuve la fortuna de rescatar esta lejana canción que un tiempo anduvo por mi vida.

Alphaville: De máscaras y enigmas

LETRA

Nadie pudo ver su auténtico rostro,
nadie logró conocer su verdadera obsesión.
Siempre tuvo puesta una última máscara
que mantuviera la duda hasta el momento final,
momento final,
final
momento final,
final…

Nunca derramó una sola lágrima,
jamás dejó traslucir la más mí­nima emoción.
Era el guardián del último enigma,
nadie supo quién habí­a bajo ese disfraz,
bajo ese disfraz,
disfraz
bajo ese disfraz,
disfraz…

De máscaras y enigmas
de máscaras y enigmas
de máscaras y enigmas
de máscaras y enigmas
y enigmas
y enigmas…

Un extraño vací­o en el lugar de los ojos,
sin luz, sin brillo, sin vida, sin ninguna expresión.
Unos labios de mármol, unas manos inertes,
su cuerpo gris parecí­a apenas real,
apenas real,
real
apenas real,
real…

Se esfumó una noche, se perdió en el silencio,
alguien llegó a decir que todo fue una ilusión.
Pero no pudo explicar por qué cada aniversario,
ante la luna, las nubes dibujan un antifaz,
dibujan un antifaz,
antifaz,
dibujan un antifaz,
antifaz…

De máscaras y enigmas
de máscaras y enigmas
de máscaras y enigmas
de máscaras y enigmas
y enigmas
y enigmas

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