Charles Bukowski, el último de los poetas malditos

«La tristeza es causada por la inteligencia. Cuanto más comprendes ciertas cosas, más desearías no comprenderlas». Charles Bukowski

Charles Bukowski (1920-1994), uno de los más importantes escritores que ha parido Norteamérica, en realidad se llamaba Heinrich Karl Bukowski. Había nacido en Andernach, (Alemania) en un pequeño pueblo a orillas de Rin. En 1922 emigró con sus padres a Los Angeles, donde vivió hasta el día de su muerte.

La vida de Charles Bukowski fue un puto descontrol. Como él mismo lo describió en su novela semi-autbiográfica Ham on Rye.

Sabía muy bien lo que era el banco de un parque y el sonido de los dedos de su casero golpeando a su puerta. Bukowski reconoció su vocación temprano en su vida, pero no hubiera sido sino otro vagabundo más en California de no haber buscado la ayuda de los que la habían experimentado antes.

Desde niño su vida vino marcada por la miseria personal y económica. Tuvo constantes enfrentamientos con su padre y desavenencias con su madre, quienes fueron protagonistas de episodios de violencia doméstica debido a la depresión económica y al rechazo hacia los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.

Para colmo de males, una terrible infección de acné le llenó de cicatrices de pies a cabeza por el resto de su vida, condenándolo sin remedio a la soledad.

Y fue la soledad la que nos dio a Bukowski.

Bukowski da sus primeros pasos en la escritura escribiendo fantasí­as evasivas desde la oscuridad de su cuarto, (su padre le obligaba a apagar la luz a las nueve), y fueron estos primeros cuentos los que le llevaron a experimentar con la lectura.

Mucho de la obra de Bukowski se perdió en el tiempo. No hay manera de calcular cuánto de ella envió a editores que jamás le darí­an respuesta ni le devolverí­an sus escritos. Los americanos no entenderí­an su escritura hasta mucho después de ser apreciado en Europa, donde se convirtió en un autor de culto, mientras dormí­a en un hotel de mala muerte en Los Angeles.

Así­ se pasó la vida, entre su afición a las carreras de caballos, trabajos de tercera y borracheras. Sólo en 1970, tras abandonar un trabajo como cartero, se dedicó de lleno a escribir y publicó su primera novela, Cartero (Post Office), a la que le seguirí­an otras cinco, así­ como innumerables antologí­as de sus primeros relatos y poemas.

El alcohol, el sexo, la soledad y los aspectos más absurdos y sórdidos de nuestra civilización ocupan un lugar de honor en la obra de Bukowski, que siempre evitó los ambientes literarios; preferí­a los bares y las habitaciones lúgubres.

La poesí­a de Bukowski, al que le gustaba vanagloriarse de haber escrito su primer poema con 35 años, está marcada por un realismo descarnado y lí­rico a un tiempo, explí­cito, tierno en ocasiones y brutal en otras, abundante en datos autobiográficos, personalí­simo y pleno de humor ácido y desencantado.

Nunca abandonó su producción en verso que, con los años, se fue haciendo más directa, más sombria, como en El amor es un perro del infierno (1974) o La última noche de la tierra (1992).

Bukowski escribió más de treinta poemarios, que le han acreditado como gran poeta; sin embargo, pocos de sus poemas se han traducido al español.

Poema a la Cerveza

No sé cuántas botellas de cerveza
consumí­ mientras esperaba que las cosas
mejoraran.
No sé cuánto vino, whisky
y cerveza,
principalmente cerveza
consumí­ después
de haber roto con una mujer
esperando que el teléfono sonara
esperando el sonido de los pasos,
y el teléfono no suena
sino mucho más tarde
y los pasos no llegan
sino mucho más tarde.
Cuando el estómago se me sale
por la boca,
ellas llegan frescas como flores en primavera:

-"¿Qué carajo hiciste?
Llevará tres dí­as antes de que puedas follarme"
Una hembra dura más
vive siete años y medio más
que el macho, y toma muy poca cerveza
porque sabe que es mala para la
silueta.
Mientras nos volvemos locos
ellas están fuera
bailando y riendo
con muchachos divertidos.

Bueno, hay cerveza
bolsas y bolsas de botellas vací­as de cerveza
y cuando levantas una
se desfonda
y las botellas caen
rodando
entrechocándose
derramando ceniza gris húmeda
y cerveza vieja
o las bolsas caen a las cuatro
de la mañana
produciendo el único sonido en tu vida.

Cerveza
rí­os y mares de cerveza
cerveza, cerveza, cerveza.
La radio pasa canciones de amor
mientras el teléfono permanece en silencio
y las paredes se ciernen
y cerveza es todo lo que hay...
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