Corre, ven

Estaba el compositor Isaac Albéniz (1860-1909) en el extranjero y envió a su esposa un telegrama en estos términos:

«Ven pronto. Estoy graví­simo».

Se puso la mujer en camino y cuál no serí­a su sorpresa cuando al llegar a la estación encontró a su marido tranquilamente fumándose un puro.

– ¿Pero no estabas enfermo? ¿No decí­as que estabas grave? -le preguntó.

– Sí­ -contestó Albéniz-; graví­simo. Estaba empezando a enamorarme.

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