Diálogo entre Colbert y Mazarino

Hay un excelente diálogo entre el ministro de Finanzas Colbert y el cardenal Mazarino, Primer Ministro durante el reinado de Luis XIV de Francia, el «Rey Sol«, muy aplicable a nuestro presente como contribuyentes exhaustos y ciudadanos cada vez más empobrecidos.

Siendo sinceros, se trata de un extracto perteneciente a una obra teatral de 2008, Le diable rouge, del dramaturgo francés Antoine Rault sobre las intrigas del cardenal Mazarino en la corte del Rey Sol. No obstante no me resisto a darlo por bueno ya que tiene toda la fuerza de la verosimilitud y resulta plenamente vigente (podrí­a ser una conversación de los miembros de un consejo de ministros actual sorprendidos con el micrófono abierto).


El diálogo es el siguiente:

Colbert. Para conseguir dinero hay un momento en que, engañar al contribuyente, ya no es posible. Me gustarí­a, señor superintendente, que me explicara cómo es posible continuar gastando cuando ya se está endeudado hasta al cuello.

Mazarino. Si se es un simple mortal, claro está, cuando se está cubierto de deudas se va a parar a la prisión. Pero el Estado es distinto. No se puede mandar el Estado a prisión. Por tanto, el Estado puede seguir endeudándose.

Colbert. ¿Usted cree? Con todo, precisamos de dinero. ¿Y cómo hemos del obtenerlo si ya creamos todos los impuestos imaginables?

Mazarino. Se crean otros.

Colbert Pero ya no podemos lanzar más impuestos sobre los pobres.

Mazarino. Es cierto, eso ya no es posible.

Colbert. Entonces, ¿sobre los ricos?

Mazarino. Sobre los ricos tampoco. Ellos no gastarí­an más y un rico que no gasta no deja vivir a centenares de pobres. Un rico que gasta sí­.

Colbert. ¿Entonces cómo hemos de hacer?

Mazarino. Colbert ¡Tú piensas como un queso de gruyere o como el orinal de un enfermo! Hay una cantidad enorme de gente entre los ricos y los pobres. Son todos aquéllos que trabajan soñando en llegar algún dí­a a enriquecerse y temiendo llegar a pobres. Es a ésos a los que debemos gravar con más impuestos. Esos, cuanto más les quitemos, más trabajarán para compensar lo que les quitamos. Son una reserva inagotable.

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