El fascinante mundo de la leche (materna)


Portada del disco de Red Hot Chili Peppers «Mother’s milk» (1989)

El humano es el único ser viviente que consume leche de forma regular más allá de la infancia y, lo que es aún más extraordinario, el único que consume la leche de otros animales.

En concreto explotamos de forma sistemática el ciclo de reproducción de bovinos -principalmente- para no dejar de tomar la preciada leche, constante en nuestra cadena de alimentación desde que nacemos hasta que morimos.

Pero la leche humana está hecha para el metabolismo humano y la de vaca para el metabolismo de la vaca. Por tanto, ¿no serí­a más natural un consumo de leche humana para humanos, al ser un producto adaptado a nuestra fisiologí­a?

La leche materna es rica en nutrientes y constituye el alimento ideal para el bebé recién nacido; además sirve de vehí­culo de transmisión entre madre e hijo de un conjunto de hormonas, anticuerpos y otros factores inmunológicos todaví­a no muy conocidos.

No hay ninguna fórmula comercial que pueda igualar a la leche materna y si no se hace mayor uso de ella es porque no hay demasiadas mujeres dispuestas a convertirse en «donantes» intensivas y por otro lado tenemos a los animales, que no pueden quejarse.

Pero también existe un tabú generalizado e intentar hacer cualquier otra cosa con el producto es factible aunque para ello habrí­a que atravesar una barrera cultural.

Esa es precisamente la misión de la MMICCo (Mother’s Milk Ice Cream Company), que preside desde Portland el honorable Bob Muscarella: desafiar el modelo tradicional demostrando que no hay nada anormal en consumir leche materna, un privilegio natural que debemos celebrar.

Las glándulas productoras de leche de los hombres y las mujeres son las mismas, así­ que cabe también la posibilidad de producir leche paterna, lo que ocurre es que la cantidad no serí­a la misma y además algunos afirman que no resultarí­a apta para consumo humano. Sin embargo tenemos algún caso insólito que parece demostrar lo contrario. Según un periódico, en 2002 un viudo de Sri Lanka amamantó a su bebe.

Como leche que es, las aplicaciones prácticas de la leche materna son la mismas que las de la vaca, es decir, muchas. Por ejemplo, de este nuestro friki-mundo nos llegan una serie de noticias al respecto:

1. Un chef de Nueva York propietario de un restaurante en Manhattan, elaboró el año pasado una receta de queso de leche materna que sin embargo no puede ofrecerse a los clientes (las autoridades sanitarias no lo permiten). Los que han probado dicen que su sabor es más dulzón y gelatinoso que el queso al que estamos acostumbrados.

2. Una empresa de Kyoto (Japón) comercializa leche materna en tetrabrik. Perfectamente adaptado a la puerta del frigorí­fico.

3. Un restaurante londinense estuvo elaborando un helado de leche materna bautizado con el nombre de «Baby Gaga». Creo que luego fue prohibido por Sanidad.

Pero vamos a ver. La composición de la leche materna se adapta al bebé conforme su aparato digestivo va desarrollándose. Es una magní­fica creación de la naturaleza, así­ que no vayamos a trastocarnos. ¿Es lí­cito impulsar una industria de leche materna? No se yo. Si por medio hay pasta, muchas mujeres irí­an a por el beneficio económico en detrimento de la alimentación del bebé (me veo a la madre dando leche artificial al crí­o mientras vende la propia).

Lo que sí­ que funciona desde hace tiempo son los bancos de leche materna, centros donde se recoge y conserva la leche procedente de madres donantes y que después se ofrece a bebés que no pueden obtenerla de sus propias mamás: niños muy prematuros, recién nacidos sometidos a intervenciones quirúrgicas, alérgicos, etc.

En estos casos la donación es voluntaria y totalmente altruista y son los pediatras quienes supervisan el proceso. En España el número de bancos de leche es muy escaso, no obstante para quienes requieran información, un buen lugar para empezar serí­a La Liga de la Leche (LLL), organización internacional no gubernamental y sin ánimo de lucro que ofrece información y apoyo a las madres que desean amamantar a sus hijos.

Postdata. Todos los varones -o como mí­nimo los heterosexuales- viven atrapados por el fetichismo de senos. Por eso no es raro que a muchos les excite también los senos de una mujer que acaba de dar a luz y seguramente no dudarán en probar su sabor. Vale, no pasa nada. Pero si la afición se nos va de las manos, eso se denomina «lactancia erótica» y es una parafilia, patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula sino en alguna otra cosa o actividad. Dicho queda.

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