El misterio D.B. Cooper, el secuestrador al que se tragó la tierra

En 1971, un tal D.B Cooper secuestra un avión en Estados Unidos, se las apaña para que le entreguen 200.000 dólares y 4 paracaí­das, salta en pleno vuelo y no se vuelve a saber de él… Su destino ha dado lugar a infinidad de leyendas urbanas e incluso sirvió de inspiración para un personaje de Prison Break.

«Será mejor que lea esa nota, señorita»

Un dí­a de Noviembre de 1971 un Boeing 727 de la Northwest Airlines despegó del aeropuerto de Portland con destino a Seattle, Washington. Nada hací­a presagiar que iba a ser secuestrado hasta que un pasajero que viajaba bajo el nombre de Dan Cooper se levantó de su asiento y dijo que ese era su propósito.

Este pasajero fue descrito como un hombre de unos 45 años, altura entre 1,78 y 1,83 m., de traje oscuro, camisa blanca, corbata negra y gafas de sol. Se sentó en la parte trasera del avión y tras el despegue entregó una nota a la azafata que decía:

«Tengo una bomba en mi maletín. La usaré si es necesario. Quiero que se siente junto a mi».

La tripulación del Boeing secuestrado

El mensaje incluía la petición de 200.000$ en billetes sin marcar y dos sets de paracaídas (2 paracaídas de espalda y 2 de emergencia)

Cuando la azafata informó a la cabina, el piloto William Scott, contactó con el control del tráfico aéreo de Seattle-Tacoma quienes a su vez se pusieron en contacto con la policía y el FBI. La Agencia llamó al presidente de Northwest Orient, quien pidió a Scott que cooperase con el secuestrador.

El piloto indicó a la azafata que tratase de averiguar si la bomba era real y el secuestrador mostró brevemente el interior de un maletín con varios cilindros rojos, una batería grande y cables.

Después de que las demandas se hubiesen comunicado, el avión sobrevoló en torno a Seattle mientras los agentes del FBI reunían el dinero asegurándose de que pudiera ser posteriormente rastreado.

Cooper permaneció sentado en el avión bebiendo un cóctel que ofreció pagar. Las azafatas lo describieron como una persona agradable y educada, si bien los investigadores del FBI afirmaron que usaba palabras obscenas.

Volando con rumbo incierto

El avión aterrizó a las 17:39h. en Seattle y Cooper ordenó dirigirlo a una sección apartada de la pista y que se atenuaran las luces de la cabina para evitar a los francotiradores de la policía. Asimismo solicitó una persona para la entrega del dinero y el material, cosa que hizo un empleado de Northwest.

Poco después liberó a los 36 pasajeros y una azafata, pero retuvo al piloto Scott, a la azafata Mucklow, el primer oficial Bob Rataczak y al ingeniero de vuelo H.E. Anderson.

Los agentes del FBI desconocían las intenciones del secuestrador y se preguntaban si tendría un cómplice a bordo. Estaban además perplejos por la demanda de 4 paracaídas y ante el hecho de que nunca antes había intentado alguien saltar en paracaídas desde un avión comercial en pleno vuelo.

Después de inspeccionar detalladamente el dinero y los paracaídas, Cooper ordenó volar rumbo a México DF con instrucciones precisas: a velocidad relativamente baja, a una altitud de 3.000 m. (la altitud normal de crucero está entre 7.600-11.000 m.) y con el tren de aterrizaje desplegado. Sin embargo, el primer oficial le dijo que el avión no podría volar mucho bajo esas condiciones, por lo que discutieron otras rutas antes de decidirse por Reno (Nevada), donde se reabastecerían de nuevo.

Asimismo Cooper ordenó a Scott que dejara la cabina despresurizada, lo que facilitaría la apertura de cualquier puerta para saltar.

Inmediatamente después del despegue, Cooper pidió a Mucklow que volviera a la cabina y en seguida la azafata vio al secuestrador atando algo a su cintura. Momentos más tarde, la tripulación observó una luz intermitente en cabina que indicaba que intentaban abrir la puerta trasera de la aeronave. A través del interfono Scott preguntó si había algo que pudieran hacer por él, a lo que el secuestrador respondió: «No».

La tripulación notó un cambio de presión en la cabina: todo indicaba que Cooper había saltado. Fue la última vez que se supo de él.

El FBI cree que el salto se produjo a las 20:13h. sobre el suroeste del estado de Washington, cuando el avión sobrevolaba una tormenta. Debido a la mala visibilidad reinante, los aviones caza F-106 que lo seguían no pudieron percatarse de ningún salto.

Inicialmente se creyó que habría aterrizado al sureste de Ariel (Washington) cerca del lago Merwin y 48 Km. al norte de Portland, Oregón (teorías posteriores apuntan a una ubicación 32 km al Este de ese punto).

Después de dos horas y media el avión, con la compuerta trasera abierta, aterrizó en Reno. Eran las 22:15h. y la pista había sido rodeada por agentes del FBI y de la Policía local, confirmando la desaparición del secuestrador.

La investigación: teorías y conjeturas

Se encontraron varias huellas dactilares, una corbata con un alfiler, dos de los cuatro paracaídas y ocho colillas de cigarrillos pero ningún rastro del maletín del secuestrador, del dinero, de la bolsa que lo contenía ni de los dos paracaídas restantes.

Fue elaborado un retrato robot bastante fidedigno en base a los testimonios, para iniciar la búsqueda.

Las pesquisas sobre el área donde se creía que Cooper había aterrizado no arrojaron luz sobre el secuestrador o su paracaídas. Ni siquiera al año siguiente, 1972, cuando participaron junto al FBI la policía de los condados de la zona y el Ejército.

Entretanto el FBI comenzó el rastreo de los 10.000 billetes de 20$ usados para el rescate, dando a conocer sus números de serie a bancos, compañías financieras y otros negocios. Asimismo, cuerpos policiales de otros países, como Scotland Yard, recibieron información y Northwest Airlines ofreció una recompensa.

En noviembre de 1973, The Oregon Journal, un periódico de Portland, prometía 1.000$ a la primera persona que encontrara uno de los billetes de 20 dólares y el Seattle Post-Intelligencer subió la cifra a 5.000$. A pesar del interés desatado por estas recompensas, los periódicos nunca recibieron uno solo de los billetes del rescate.

Con el paso de los años, nuevas evidencias fueron apareciendo.

A finales de 1978, un cazador que se encontraba al norte del área estimada de aterrizaje, encontró una pancarta con instrucciones para abrir la puerta trasera de un Boeing 727. Después de su análisis se determinó que pertenecía a la puerta del avión secuestrado.

En febrero de 1980, un niño de 8 años que estaba de acampada con su familia encontró 5.880 dólares en billetes semidestruidos en la orilla del río Columbia, cerca de Vancouver (Washington). Después de comparar los números de serie se determinó que el dinero era parte del rescate pagado.

Varios investigadores declararon que el dinero pudo haber llegado a ese lugar después de un dragado que se llevó a cabo en el río en 1974, ya que uno de sus afluentes nace en la zona donde se cree que cayó el secuestrador.

El descubrimiento de los billetes respaldaba la teoría del FBI de que Cooper no sobrevivió al salto.

Con la excepción del dinero recuperado por el niño, el resto del rescate continúa desaparecido. Los números de serie de los billetes entregados al secuestrador se encuentran en una base de datos que puede ser consultada por el público.

Sospechosos

El FBI ha investigado a más de mil sospechosos y descartado a casi todos. La agencia pensó que Cooper era alguien familiarizado con el área de Seattle y que tal vez podría haber sido miembro de la Fuerza Aérea debido a sus conocimientos, hipótesis luego rechazada.

En 1972, Richard McCoy Jr. abordó un vuelo de United Airlines durante una escala en Denver (Colorado) y entregó un sobre donde se leía «Instrucciones de secuestro» demandando 4 paracaídas y 500.000 dólares y ordenando al piloto aterrizar en San Francisco. El avión secuestrado era un Boeing 727 cuyas escaleras traseras fueron usadas por McCoy para escapar.

Estaba casado, con dos hijos, trabajaba como maestro en una escuela mormona y estudiaba ciencias policiales. Era además veterano de la Guerra de Vietnam, con experiencia como piloto de helicóptero y paracaidista. Lo arrestaron y fue condenado a 45 años de prisión pero se fugó junto a otros convictos en 1974 robando un camión de basura. El FBI logró localizarlo tres meses más tarde en Virginia y en el enfrentamiento McCoy resultó muerto.

Un libro publicado en 1991 D.B. Cooper: The Real McCoy, defendió la tesis de que Cooper y McCoy eran la misma persona, sin embargo en un artículo del año 2000 una viuda de Florida afirmó que su esposo, Duane L. Weber le había confesado antes de morir que él era Dan Cooper, aportando diversos hechos coincidentes.

La revista New York publicó en 2007 una historia sobre Kenneth P. Christiansen, ex paracaidista militar y trabajador de una aerolínea que había vivido cerca del lugar del secuestro y cuyos rasgos faciales eran similares a los del retrato robot.

Por último, un abogado de Spokane (Washington) señaló en 2008 que el dinero del rescate estaba guardado en una caja de seguridad de un banco de Vancouver (Canadá) bajo el nombre de William Gossett, profesor universitario de Utah fallecido en 2003. Supuestamente Gossett había presumido ante sus hijos de haber protagonizado el secuestro.

Sin embargo las investigaciones del FBI no llegaron a hechos concluyentes y hubieron de descartar a todos estos sospechosos.

Consecuencias del secuestro

El secuestro provocó cambios importantes en la seguridad de los vuelos comerciales, como detectores de metal en los aeropuertos y nuevas reglas de seguridad de vuelo. También modificaciones en los diseños de Boeing: la Administración Federal de Aviación exigió que todos los Boeing 727 estuvieran equipados con un mecanismo conocido como el Cooper vane, una cuña aerodinámica que impide que las escaleras traseras de un avión sean abiertas durante el vuelo.

El FBI publicó en 2007 información del caso revelando que el secuestrador había solicitado dos paracaídas de espalda y dos de emergencia pero que las autoridades le entregaron uno falso, de los utilizados para clases teóricas. Este paracaídas no se encontró en el avión y algunos piensan que Cooper no se dio cuenta de que no funcionaba.

La teoría del paracaidista audaz fue abandonada al considerarse que nadie con experiencia intentaría saltar en medio de una tormenta y sin una fuente de luz.

Cierre del caso e impacto cultural

En julio de 2016 el FBI anunció que daba por terminada la investigación activa en el caso mencionando la necesidad de atender otras «prioridades más urgentes», sin descartar reabrirlo ante nuevas evidencias.

El de Cooper, cuyo código en el FBI es Norjak, es el único caso de piratería aérea sin resolver en los Estados Unidos.

Curiosamente, al secuestrador se le conoce como D.B Cooper o simplemente D.B. cuando todo lo que se sabe de él es que el billete que compró estaba a nombre de Dan Cooper. La «B» es una invención de los medios de comunicación o más probablemente un error.

La extraña historia del secuestrador que se evaporó tuvo considerable impacto en la cultura popular. La noticia saltó a los medios de comunicación, contribuyendo de manera decisiva a instalarla en la mitologí­a contemporánea. No solo se han escrito diversos libros y novelas, también canciones, películas y series basadas o inspiradas en el famoso secuestrador.

Fuente principal: Wikipedia

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