John Keats o el Romanticismo en estado puro

Amigo de Percy B. Shelley, Lord Byron y Leigh Hunt, se le ha considerado el poeta más puro, entendiendo por ello su obsesión no solo por el contenido de la poesí­a y su significado, sino también por la métrica y la elegancia de la misma, así­ como por vivir acorde con el ideal del poeta.

John Keats, que había nacido a las afueras de Londres en 1795, era hijo del cuidador de una caballeriza y tuvo una vida plagada de sufrimientos.

Su hermano, su madre y él mismo murieron jóvenes de tuberculosis y su padre falleció tras una caída del caballo cuando el poeta tenía 7 años dejando a la familia en serias dificultades económicas.

Volvió su madre a casarse muy pronto pero era infeliz y abandonó a su marido para trasladarse a casa de la abuela en Enfield. Murió en 1810 de tuberculosis.

La abuela del poeta, quien a los quince años ya traducía a Virgilio y estaba empapado de clásicos, nombró a dos tutores para cuidar de los huérfanos. Estos lo pusieron de aprendiz de cirujano.

Más tarde se graduó en Farmacia, aunque solo ejercería un par de años, tras los cuales se entregó por completo a la poesía.

Keats trabó amistad con el poeta y editor Leigh Hunt y este lo introdujo en el círculo de los más destacados poetas de su tiempo: Percy B. Shelley y Lord Byron.

Hunt publicó en 1817 el primer poemario de Keats, titulado simplemente «Poemas«. No tuvo buena acogida, seguramente por su relación con el controvertido editor, crítico literario agrio que se había ganado poderosos enemigos en el mundo de las letras.

Realmente durante su corta vida el trabajo de Keats fue objeto de constantes ataques de í­ndole polí­tica. Denostado por la crítica, su legado no se reconoció hasta mucho tiempo después.

En 1817 se trasladó a la Isla de Wight y empezó a trabajar en un nuevo libro. Poco después tuvo que encargarse de cuidar a su hermano Tom, víctima de la tuberculosis como su madre. Esta enfermedad supuso para el poeta una maldición que diezmó a su familia y acabó con su propia vida.

Tras finalizar su poema épico Endymion, Keats viajó por Escocia e Irlanda con su amigo Charles Brown pero empezó a mostrar síntomas de infección y hubo de regresar prematuramente. Su hermano Tom empeoró y al fin murió en 1818.

De nuevo la crítica había recibido con hostilidad su Endymion. Keats decidió trasladarse a la casa londinense de su amigo Brown, donde conoció y se enamoró de Fanny Brawne. La publicación póstuma de la correspondencia entre ambos escandalizó a la sociedad victoriana.

Durante la primavera y el verano de 1819 Keats dejó escritos sus mejores poemas, Oda a Psique, Oda a una urna griega y Oda a un ruiseñor, piezas clásicas de la literatura inglesa

«Psique reanimada por el beso del amor» (1793), Museo del Louvre. Escultura de Antonio Canova.

El primero es un tributo a una diosa que no tuvo una gran devoción en la Grecia Antigua y a la que Keats promete construir un santuario.

En «Oda a una urna griega» intenta hablar con una urna que descubre en un museo, sorprendido por el misterio suspendido en la eternidad de lo que revela. La urna responde con estas palabras:

«La belleza es la verdad, la verdad es belleza, esto es todo lo que necesitas saber».

En «Oda a un ruiseñor«, el yo lírico se eleva entre los árboles para reunirse con el ruiseñor que allí canta. Esto le sirve para comparar la naturaleza eterna y transcendental de los ideales frente a la fugacidad del mundo físico: el poeta ansía esa eternidad.

Durante 1820 Keats mostró síntomas cada vez más graves de tuberculosis y sufrió dos hemorragias pulmonares. Su relación con Fanny quedó interrumpida.

Un día le dice a su amigo Charles:

«Conozco el color de esa sangre, es sangre arterial. No puedo engañarme con ese color. Esa gota de sangre es mi sentencia de muerte. Debo morir».

Retrato de Keats convaleciente hecho por su amigo Joseph Severn

A sugerencia de sus médicos accede a mudarse a Italia con su amigo el pintor Joseph Severn. Vivió en una villa de la Plaza de España en Roma, actualmente el museo Keats-Shelley Memorial House. A pesar de los cuidados su salud se deterioró rápidamente.

Keats escribió su última carta el 30 de noviembre de 1820 a Charles Brown donde entre otras cosas dice:

«Tengo el sentimiento de que mi vida real ha pasado y que estoy llevando una existencia póstuma».

En los meses siguientes Severn lo cuidó con devoción hasta morir en sus propios brazos diciendo:

«Severn, voy a morir fácilmente; no te asustes, sé firme. Gracias a Dios, ha llegado».

El cuerpo de Keats se halla enterrado en el cementerio protestante de Roma, donde falleció el 23 de febrero de 1821. Sobre su lápida, según voluntad expresa, un célebre y hermoso epitafio:

«Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua».

Siete semanas después del funeral Shelley recordó a Keats en su poema Adonaïs, escrito en honor a su amigo.

La poesí­a de Keats

La poesí­a de Keats se caracteriza por un lenguaje exuberante e imaginativo, atemperado por la melancolí­a.

Con frecuencia tení­a la sensación de trabajar a la sombra de los poetas del pasado y sólo hacia el final de su vida fue capaz de producir sus versos más auténticos y memorables.

Keats demostró ser un poeta intenso, tremendamente imaginativo y aportó al movimiento romántico una nueva forma de comprender la vida interior, íntimamente ligada con la naturaleza, con la mitología y con las experiencias oníricas.

Encontró en la poesía la única forma de comunicar el verdadero espíritu humano, sus emociones y sus sentimientos. Actualmente es considerado uno de los mejores y más influyentes poetas en lengua inglesa. La brevedad de su vida no hizo sino acrecentar su mito.

John Keats: La caída de Hiperión (Sueño)

Tienen los locos sueños donde traman
elí­seos de una secta. Y el salvaje
vislumbra desde el sueño más profundo
lo celestial. Es lástima que no hayan
transcrito en una hoja o en vitela
las sombras de esa lengua melodiosa
y sin laurel transcurran, sueñen, mueran.
Pues sólo la Poesí­a dice el sueño,
con hermosas palabras salvar puede
a la Imaginación del negro encanto
y el mudo sortilegio. ¿Quién que vive
dirá: "no eres poeta si no escribes
tus sueños?" Pues todo aquel que tenga alma
tendrá también visiones y hablará
de ellas si en su lengua es bien criado.
Si el sueño que propongo lo es de un loco
o un poeta tan sólo se sabrá
cuando mi mano repose en la tumba.
Soñé que en un lugar estaba donde
palmera, haya, mirto, sicomoro
y plátano y laurel formaban bóvedas
cerca de manantiales cuya voz
refrescaba mi oí­do y donde el tacto
de un perfume me hablaba de las rosas.
Vi un árbol de boscaje recubierto
por parras, campanillas, grandes flores.
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