La mafia de la Bolsa

Ayer se dio a conocer un hecho que para muchos era leyenda urbana y para otros una realidad oculta y encubierta: el cada vez mayor peso de las operaciones automáticas en la Bolsa.

Hay semanas en las que la mitad del negocio lo hacen ordenadores, sin que intervenga la mano del hombre, en cuestión de milisegundos (la velocidad es todo en este negocio, se pueden mover tí­tulos en 50 milisegundos)…

Se estima que la participación de las máquinas en el negocio bursátil llega al 70% si se suman las operaciones llevadas a cabo en las Bolsas no tradicionales.

Los programas captan la información de mercado que pueda ser relevante. A través de algoritmos matemáticos buscan pautas de comportamiento y, en consecuencia, operan.

Aunque lo hacen a través de pequeños paquetes (para ocultar las huellas), mueven grandes cantidades de dinero. Así­, por minúscula que sea la variación de precio, quien se adelante a los demás gana mucho dinero.

Los ordenadores ganan dinero sólo si tienen una ventaja sobre su competencia, que no son los humanos, sino otros ordenadores. Dicha ventaja se obtiene bien por la infraestructura (mejores máquinas y más rápidas), bien por la sofisticación de los programas que operan.

Las plataformas son confidenciales, no se otorgan licencias, no se comparte el código informático.

Los programas automáticos entran o salen del mercado en milisegundos para volver a entrar si detectan que los parámetros siguen siendo favorables.

Otros programas generan volatilidad artificial en las acciones para elevar el precio de las opciones. Otros están preparados para reaccionar a las noticias que enví­an las agencias de noticias y responder a éstas antes que los intermediarios humanos. Y hay programas pensados para detectar las operaciones de otros sistemas y contra-programar.

Las operaciones se realizan aprovechando la estructura de los grandes mercados (el flujo de órdenes), pero los programas automáticos utilizan tanto los sistemas de negociación tradicionales como plataformas electrónicas alternativas o dark pools, instituciones que proveen de liquidez en grandes cantidades y de forma bilateral sin que los intermediarios tengan que retratarse.

Toda esta operativa es perfectamente legal. Pero estos programas automáticos que suponen gran parte del volumen de la Bolsa no tienen ninguna obligación de dar liquidez al mercado y eso supone un riesgo.

Se habla de que se quiere prohibir las flash orders, un sistema que permite que algunos operadores del mercado vean órdenes de compraventa de terceros medio segundo antes que el resto. Aunque teóricamente mejoran la liquidez, quien lo contrata obtiene una ventaja en términos de información, pues medio segundo es una eternidad en el mundo del trading.

Las manos fuertes que usan estos programas son las propias firmas de valores y hedge funds.

Fuente: http://jarillabolsa.blogspot.com/2009/08/la-mafia-de-la-bolsa.html

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