Las olvidadas guerras de América

USA War

«Déjenme controlar la moneda de una nación y no me importará quien hace sus leyes».

Mayer Amschel Rothschild, fundador de la dinastí­a bancaria Rothschild.

Muchos americanos tan prominentes como Benjamin Franklin, Thomas Jefferson y Andrew Jackson lucharon contra la polí­tica de los bancos centrales de Europa.

Los billetes emitidos por los bancos centrales, como las Notas de la Reserva Federal, son dinero. Estas notas se entregan a los gobiernos a cambio de los bonos estatales. Para pagar los intereses de estos bonos son necesarias más notas bancarias, y esto es un cí­rculo vicioso que acaba con la completa destrucción de la moneda y la bancarrota de toda una nación. La historia está repleta de ejemplos.

Entonces, ¿qué sentido tiene que exista semejante sistema? Porque mientras existe este sistema, lo que puede durar siglos, los bancos centrales, cuya potestad es emitir dinero, amasan gigantescas fortunas a base de los intereses recibidos.

En esencia se trata de una transferencia de riqueza de muchos hacia unos pocos. Los polí­ticos prefieren este sistema porque permite que los gastos sean más elevados que los ingresos. Polí­ticamente es mucho más correcto incurrir en deudas que subir los impuestos a los ciudadanos.

Las consecuencias del debilitamiento de la moneda y de la acumulación de deuda no son obvias, según Vladimir Lenin a quien cita John Maynard Keynes:

«Mediante un continuo proceso de inflación los gobiernos pueden confiscar, de manera encubierta, una parte importante de la riqueza de sus ciudadanos… No existe otro método más sutil y seguro de derribar la base de una sociedad que corrompiendo su moneda».

A lo largo de toda la historia de los Estados Unidos hubo lucha entre los banqueros centrales con su dinero que les reportaba buenos intereses y aquellos que estaban en su contra. De hecho, los Estados Unidos fueron creados como resultado directo de esta lucha.

América Colonial

Para pagar las deudas, resultado de la Guerra de los Siete Años con Francia, el rey Jorge III de Inglaterra impuso un severo impuesto a las colonias americanas. En 1792, mediante Resumption Act se establece el pago de los impuestos y demás deudas en oro.

Como consecuencia de la escasez de oro, los colonos inventaron formas alternativas de dinero, como wampums, tabaco y monedas de cobre. La mayorí­a de las monedas de plata procedí­an de la parte española de América, de España, Holanda, las colonias alemanas, Francia y otros paí­ses extranjeros. Las colonias comenzaron a emitir una especie de notas coloniales que se convirtió en papel moneda que no estuvo respaldado ni por oro ni por plata. Esta moneda también fue conocida como billete de crédito. Y era diferente de los billetes de débito que se emití­an por los bancos centrales europeos.

Durante su visita a Gran Bretaña en 1763, el gobernador del Banco de Inglaterra preguntó a Benjamin Franklin sobre cómo se iba a abordar la flamante prosperidad de las colonias. Franklin respondió:

«Es fácil. Ahí­ emitimos nuestro propio dinero. Lo llamamos «notas coloniales». Lo emitimos en justa proporción a la demanda comercial e industrial para facilitar el traspaso de los productos de fabricantes a consumidores… De este modo, creando para nosotros nuestro propio dinero, controlamos el poder adquisitivo y no debemos pagar intereses a nadie».

En respuesta, el Banco de Inglaterra presionó al Parlamento para el cese de esta actividad. Mediante el Acta de Divisas de 1764, el rey Jorge III ordenó a las colonias que dejasen de imprimir su propio dinero. Las notas colonias que seguí­an en circulación debí­an ser cambiadas por las notas emitidas por el Banco de Inglaterra en proporción de dos por una. Esto provocó una crisis económica en las colonias.

«La situación cambió en tan solo un año, la era de prosperidad acabó y comenzó la depresión hasta tal grado que las calles de las Colonias se han llenado de pobres». (Benjamin Franklin)

La legislación británica hizo enfadar a los colonos que salieron a protestar contra el sistema fiscal impuesto. El Acta de Sellos de 1765 fue el primer arancel directo impuesto por el Parlamento británico a las colonias. Cada producto, periódicos, revistas, libros, documentos oficiales, incluso barajas de cartas, necesitaba sello. El boicot económico de los productos británico hizo que este arancel fuese revocado.

El Acta de Townsend en 1767 impuso aranceles a los productos más esenciales, incluyendo papel, cristal y té. El 12 de abril de 1770, todos los aranceles, con la excepción del de té, fueron revocados.

La elevada presencia militar en las colonias hizo que los colonos retiraran su apoyo a Gran Bretaña. El 5 de marzo de 1770, una gran multitud armada con palos atacó con bolas de nieve y piedras a un grupo de soldados británicos. Uno de los soldados cayó y en medio de la confusión, los británicos empezaron a disparar. Ocho personas fueron heridas y tres murieron el instante. Más tarde, murieron otros dos de heridas graves. Este suceso se conoció como la Masacre de Boston, su imagen fue muy utilizada y algo exagerada como ilustración del creciente descontento hacia los británicos.

Las restricciones monetarias, los odiosos impuestos y numerosos conflictos con los soldados británicos fueron las bases del infeliz Motí­n del Té.

El motí­n del té

El motí­n del Té
Esta litografí­a de 1846 se convirtió en la clásica imagen del Motí­n del Té

Los habitantes de las colonias empezaron a pasar el té de contrabando desde Holanda para evitar pagar los impuestos británicos. Mediante el Acta del Té de 1773, Gran Bretaña anuló el arancel que pagaban los comerciantes de té en los puestos ingleses en su camino desde Oriente hasta América haciendo, de este modo, que el precio del té británico fuese más bajo que el del holandés.

Los barcos cargados de té llegaron a Charleston, Philadelphia, Nueva York y Boston a finales del otoño de 1773. No obstante, el descontento de las colonias iba creciendo y en señal de protesta, se negaron a comprar el té inglés. El único puerto en el que el té fue descargado fue en Charleston pero el té fue amontonado en un almacén y dejado ahí­.

El 16 de diciembre de 1773, un grupo de colonos disfrazados como los indios Mohawk, liderados por Samuel Adams, abordaron los barcos ingleses y tiraron 340 cajas de té, con un valor estimado de unas 10.000 libras a la bahí­a de Boston.

El enfurecido gobierno británico respondió emitiendo varias actas que se llegaron a conocer como las Actas de la Intolerancia de 1774. Estas actas incluí­an, entre otras medidas, el Acta del Puerto de Boston que clausuraba este importante puerto hasta que la Compañí­a de la India Oriental fuera compensada por las pérdidas sufridas por la destrucción del té y el rey fuera satisfecho con la orden restablecida.

Las severas medidas promovidas por las Actas hicieron aún más difí­cil el gobierno de las colonias, aumentó aún más la resistencia hacia Bretaña y suscitó simpatí­as hacia Massachusetts, el resultado de lo cual fue la fundación del Primer Congreso Continental. Las medidas discutidas en las reuniones del Congreso incluí­an el acuerdo formal de boicotear los productos procedentes de Gran Bretaña hasta que fuesen abolidas las Actas de la Intolerancia; asimismo, se hizo un llamamiento de prestar apoyo a Massachusetts en el caso de una intervención militar por parte de los ingleses.

Las hostilidades comenzaron el 19 de abril de 1775 en el Condado de Middlesex, provincia de Massachusetts Bay adonde fue enviado un regimiento británico para confiscar armas y arrestar a los revolucionarios. Esto marcó el inicio de la Guerra de Revolución Americana, más tarde identificada como la Guerra de la Independencia.

El Banco de América del Norte (1781-1785)

El primer intento de adoptar el estilo europeo fue la fundación del Banco de América del Norte liderada por Robert Morris que utilizó el oro prestado por Francia como depósito de reserva. Empleando el sistema fraccional, el dinero fue prestado a destacados polí­ticos americanos que padecí­an un grave déficit de liquidez por culpa de la Guerra de la Independencia.

El sistema fraccional de reservas bancarias tiene una larga tradición histórica que toma sus comienzos en los orfebres ingleses del año 1.000 de nuestra era. Los orfebres, que en aquella época eran los primeros banqueros, descubrieron que pueden ganar más vendiendo recibos de oro que el oro real porque la mayorí­a de los clientes nunca reclamaron su oro.

El sistema fraccional es una práctica bancaria tolerada, y ahora institucionalizada, bajo el cual se presta el dinero que no se tiene, cobrando intereses. En cualquier otro tipo de negocio esto se considerarí­a un fraude.

Para ilustrar este proceso pongamos que un banco tiene 1 millón de dólares en depósitos de reserva. Aplicando el ratio de reserva de un 10% este banco puede legalmente disponer de 10 millones de dólares en préstamos. A un modesto interés del 7% esto equivale a unos ingresos anuales de 700.000 dólares sobre la base del activo subyacente de 1 millón. Precisamente gracias a esta fraudulenta práctica, la banca es un negocio muy lucrativo y por esto los edificios más altos en cualquier cuidad son propiedad de los bancos.

Una enorme emisión de billetes del Banco de América del Norte llevó a una rápida devaluación de su valor y posterior colapso del banco en 1785.

Los beneficios recolectados en forma de intereses durante aquellos años no pasaron desapercibidos. En 1787, el gobernador Morris de Pennsylvania, uno de los autores de la Constitución de los Estados Unidos, afirmó:

«Los ricos harán todo lo posible para establecer su dominio y esclavizar a los pobres. Siempre lo hicieron. Y siempre lo harán. Y lo conseguirán también aquí­, si nosotros, empleando el poder del gobierno, no les paramos los pies».

El (Primer) Banco de los Estados Unidos

Seis años después del colapso del Banco de América del Norte, los banqueros europeos fundaron un banco central privado conocido como el (Primer) Banco de los Estados Unidos. La moneda de este banco fue oficialmente presentada por el Secretario del Tesoro Alexander Hamilton en la primera sesión del Primer Congreso en 1790.

Curiosamente, uno de los primeros trabajos de Hamilton después de haberse graduado en la escuela de jurisprudencia en 1782, fue el de ayudante de Robert Morris, presidente del Banco de América del Norte que colapsó en 1785.

El Secretario del Estado, Thomas Jefferson, argumentó que el Banco habí­a violado las leyes tradicionales de propiedad privada y que era de poca relevancia para los poderes constitucionales.

«Considero que las entidades bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que la fuerzas militares. Si los ciudadanos americanos permiten a los bancos privados controlar la moneda, primero mediante la inflación y después mediante la deflación, la banca y las corporaciones que proliferen alrededor de los bancos despojarán a los ciudadanos de toda la propiedad hasta que sus hijos se queden sin casas en un continente que conquistaron sus padres y a quienes pertenece todo lo que haya alrededor».

Hamilton replicó que mientras la Constitución prohí­be emitir moneda al gobierno de cualquier estado, no hay nada que prohí­ba que lo haga el gobierno federal.

Al final George Washington legalizó el billete bancario el 25 de abril de 1791 por un perí­odo de 20 años. Durante los primeros cinco años de su circulación, el gobierno americano pidió prestados 8,2 millones de dólares y los precios subieron un 72%.

Veinte años más tarde, el Congreso votaba contra la renovación de la entidad y el (Primer) Banco de los Estados Unidos oficialmente cerró sus puertas el 3 de marzo de 1811.

La guerra de 1812

Nathan Mayer Rothschild, hijo de Mayer Amschel Rothschild, según algunos historiadores, avisó «que los Estados Unidos pueden verse involucrados en una de las guerras más desastrosas si no se renuevan los estatutos bancarios». Y después de cinco meses desde que se habí­a cerrado el (Primer) Banco de los Estados Unidos, Gran Bretaña declaraba la guerra supuestamente financiada por el dinero de los Rothschild quienes en aquella época ya eran prominentes banqueros en Europa.

El resultado de la guerra de 1812 fue una significativa emisión de las notas del Tesoro de los Estados Unidos de América. Estas notas eran diferentes de las notas bancarias porque no eran canjeables en bonos.

La Constitución americana define la diferencia entre la moneda legal y las notas de crédito. Consecuentemente, los billetes del Tesoro no debí­an circular como moneda de curso legal y solamente podí­an ser emitidos a las personas que «elegí­an» aceptarlos.

Una resolución de 1814 que buscaba convertir las notas del Tesoro en «un medio legal de pago de todas las deudas» no fue aprobada por 95 votos contra 42. Unos 50 años más tarde, el Congreso no volvió a demostrar tal sabidurí­a.

Con los británicos ocupados con la guerra contra Napoleón, la guerra de 1812 acabó con un empate en 1814.

El Segundo Banco de los Estados Unidos

Debido a los costes de la guerra, muchos bancos se excedieron emitiendo moneda para financiar el gobierno. Para proteger la industria bancaria, el Congreso suspendió redenciones de papel moneda en oro y plata. Pero en vez de simplemente mantener el nivel de solvencia de los bancos, esta medida les permitió disponer de aún más dinero para créditos. Pronto el sistema bancario entero entraba en caos.

Al final el sistema bancario tuvo que pagar por el incumplimiento de sus obligaciones. Esto se tradujo en múltiples quiebras debido a que se necesitaba más pasivo para cubrir las retiradas de los depósitos. La opción más viable polí­ticamente para prevenir este desastre fue establecer un banco central que fuera prestatario de última instancia.

El Segundo Banco de los Estados Unidos empezó a funcionar en 1816 bajo la administración del Presidente James Madison. El mandato de este banco fue similar al anterior (Primer) Banco de los Estados Unidos. Sus cometidos fueron emitir moneda, adquirir deuda gubernamental y servir de depositario oficial de los fondos del Tesoro.

El banco debí­a aumentar las reservas en 7 millones de dólares pero nunca adquirió más de 2,5. En 1818, las reservas ascendí­an a 2,36 millones, siendo el importe de las notas y depósitos registrados de 21,8 millones, con un ratio de reservas de 0,11. Un año y medio después el banco añadió 19,2 millones al sistema monetario, provocando de este modo, un boom económico.

Como resultado de los altos precios, consecuencia de la devaluación de la moneda, el banco corrió un grave peligro de suspensión de pagos. Para evitar tal calamidad, el banco redujo las emisiones monetarias desde 21,9 millones hasta 11,5. La reducción de la masa monetaria en un 47% llevó a una clásica deflación que sirve de ejemplo en los manuales de economí­a.

Andrew Jackson «mata el banco»

El Presidente Jackson fue el promotor de unas sonadas polí­ticas monetarias oponiéndose a las emisiones monetarias del banco central para cubrir la deuda.

Jackson realizó un estudio del Segundo Banco de los Estados Unidos que según él sacó a la luz la cuestión de que «esta gran y poderosa entidad ha estado activamente involucrada en intentar influenciar en las elecciones públicas por medio de su dinero».

En 1832, el lema electoral de Andrew Jackson fue «¡Jackson SÍ, Banco NO!»

El 10 de julio de 1832 el presidente Jackson vetó la decisión del congreso de renovar los estatutos del Segundo Banco de los Estados Unidos:

«No solamente son nuestros ciudadanos quienes han de recibir la compensación de nuestro gobierno. Más de ocho millones de los depósitos están en manos extranjeras… ¿De verdad no existe ninguna amenaza a nuestra libertad y a nuestra independencia proveniente de un banco que tiene tan poco que ver son su propio paí­s? Controlando nuestra moneda, recibiendo nuestro dinero y manteniendo a miles de nuestros ciudadanos en dependencia, puede llegar a ser más formidable y peligroso que la fuerza militar del enemigo».

En 1833 Andrew Jackson dio orden a sus Secretarios del Tesoro para cesar los depósitos de fondos en el banco. Dos de ellos se negaron a obedecer, así­ que fueron despedidos uno tras otro, hasta que encontró a uno que sí­ lo hizo: Roger B. Taney, ex General de Attorney y el futuro Juez de la Corte Suprema.

En 1835 Jackson pagó lo que quedaba de la deuda nacional. Fue el primer presidente y el último que hizo tal cosa. Pocas semanas después, Richard Lawrence intentaba disparar a Jackson. No obstante, los dos revólveres habí­an fallado y fue arrestado y procesado pero fue declarado no culpable alegando enajenación mental. Supuestamente, habí­a contado a sus amigos que alguna gente rica e importante de Europa le habí­a ordenado hacerlo y le habí­an prometido protección en el caso de que lo cogiesen.

Abraham Lincoln

Para financiar a las fuerzas del Norte durante la Guerra Civil, Lincoln pidió ayuda a los bancos europeos controlados por los Rothschild en 1861. Le exigieron un interés de entre un 24 y un 36%. Lincoln se negó y emitió el Acta de Divisas de 1862. Mediante este nuevo decreto, Lincoln emití­a 449.338.902 dólares libres de intereses conocidos como greenbacks, llamados así­ por la tinta verde que se utilizaba para imprimirlos. Esta moneda sirvió para pagar toda clase de deuda, pública y privada, así­ como financiar la Guerra Civil.

«El gobierno crea, emite y pone en circulación la moneda y el crédito necesario a fin de satisfacer el gasto gubernamental y el poder adquisitivo de los consumidores… El privilegio de crear y emitir moneda no es la suprema prerrogativa del Gobierno, sino es su gran oportunidad. Adoptando estos principios, se satisfará la demanda de un medio de pago estable. Los contribuyentes podrán ahorrar grandes sumas de dinero en intereses». (Abraham Lincoln)

Una editorial del London Times revelaba el sentimiento de los banqueros europeos:

«Si esta maliciosa polí­tica financiera, que tiene sus orí­genes en Norteamérica, afianza sus raí­ces, el gobierno empezará a imprimir su propio dinero sin coste alguno. Pagará todas sus deudas y será exento de la deuda. Tendrá todo el dinero necesario para su comercio. Será próspero sin precedentes históricos en todo el mundo. Los cerebros y las fortunas de todo el mundo irán a Norteamérica. Aquel paí­s debe ser destruido o destruirá cualquier monarquí­a en todo el planeta». (London Times, 1865)

A finales de 1863, el Congreso autorizó una emisión de 850 millones de dólares de greenbacks. Los bancos privados utilizaron estos greenbacks para sus reservas bancarias contra los cuales emitieron sus propias notas en los que demandaron depósitos. En el transcurso de la Guerra Civil, la masa monetaria subió de 45 millones a 1,77 mil millones de dólares. Consecuentemente, los precios se fueron a las nubes.

En 1863 el Congreso aprobó el Acta del Banco Nacional del que se desprendí­a que todo el dinero en circulación serí­a creado mediante deuda bancaria adquiriendo bonos del gobierno americano a cambio de las notas bancarias. En 1865, los bancos nacionales tení­an el 83% de todos los activos bancarios de los Estados Unidos.

Lincoln fue asesinado por John Wilkes Booth el 14 de abril de 1865, tan solo cinco dí­as después de que Lee se rindió a Grant. El 12 de abril de 1866, el Congreso aprobó el Acta de Contracción que retiraba de circulación los greenbacks de Lincoln tan pronto como estos billetes regresaban al Tesoro en forma de impuestos.

Asesinato del presidente Garfield

El presidente James A. Garfield fue investido en 1881 y fue el segundo presidente americano asesinado. Le disparó Charles J. Guiteau el 2 de julio de 1881 y murió de complicaciones médicas el 19 de septiembre. Dos semanas antes de que le dispararan, a Garfield le atribuyen estas palabras:

«Cualquiera que controle la masa monetaria de nuestro paí­s es el dueño absoluto de toda la industria y el comercio… y cuando Uds. comprendan que el sistema entero es muy fácil de controlar, de una manera u otra, por un puñado de poderosos hombres que están en la cumbre, no hará falta explicarles cómo se originan los perí­odos de inflación y depresión».

Pánico de 1907

Los tres intentos fallidos de establecer un banco central en los Estados Unidos fueron seguidos por un cuarto.

A principio del siglo XX, los banqueros y los hombres de negocios más poderosos eran J.D. Rockefeller, J.P. Morgan, Paul Warburg y los Rothschild.

El pánico de 1907 fue provocado por la caí­da del sistema bancario americano debido al anuncio hecho por J.P. Morgan de que un banco importante en Nueva York se encontraba en situación de insolvencia. Como consecuencia, la gente se lanzó a retirar sus ahorros de los bancos. Esto forzó a los bancos al cierre y comenzó una tormenta de quiebras y crisis financiera.

El Congreso creó la Comisión Monetaria Nacional para elaborar un plan de reformas. Fue encabezada por Nelson Aldrich y se componí­a de dos departamentos: uno estudiaba el sistema de bancos centrales de Europa y el otro estudiaba el sistema monetario americano.

La ciudadaní­a americana mostró oposición a idea de creación de un banco central porque sospechaba de Aldrich, quien estaba estrechamente ligado a los banqueros como J.P. Morgan y su hija estaba casada con John D. Rockefeller Jr.

Creación de la Reserva Federal

Supuestamente, a cambio del apoyo financiero para su campaña presidencial, Woodrow Wilson acordó, si era elegido, promover un decreto que llevarí­a a la formación de un banco central para los Estados Unidos.

En 1910 tuvo lugar una reunión secreta en la mansión de Morgan en la isla de Jekyll, en Georgia. Aldrich se reunió con los representantes de los bancos más importantes. La lista de asistentes incluí­a a Henry Davison (socio de J.P. Morgan), Frank Vendelip (presidente del Banco Nacional de Nueva York asociado con los Rockefeller), Charles D. Norton (presidente del Primer Banco Nacional de Nueva York dominado por Morgan), Benjamin Strong (en representación de J.P. Morgan) y el primer artí­fice del Acta, Paul Warburg (en representación de Kuhn, Loeb y Co.).

Estuvieron reunidos durante aproximadamente 10 dí­as elaborando el borrador del Acta de la Reserva Federal que se presentó a votación del Congreso el lunes, 22 de diciembre de 1913, entre la 1:30 y las 4:30 de la madrugada cuando la mayorí­a del Congreso estaba durmiendo en sus casas con sus familias de vacaciones de Navidad.

El documento pasó por el Senado a la mañana siguiente y Woodrow Wilson lo firmó el mismo dí­as a las 18:02. Esta Acta transferí­a el control de todas las emisiones monetarias de los Estados Unidos del Congreso, órgano autorizado por la Constitución , a la élite de la banca privada.

El nombre del banco fue buscado muy cautelosamente porque el público americano no querí­a un banco central similar a los europeos. La Reserva Federal no es una entidad gubernamental federal ni tampoco es una reserva como el Tesoro del gobierno que respaldaba su moneda. La Reserva Federal es un cartel legalizado, de propiedad privada, encargado de emitir dinero y que opera en beneficio de unos pocos bajo el disfraz de proteger y promover los intereses públicos.

La reunión en la isla de Jekyll permaneció desconocida para el público hasta que el fundador de la revista Forbes, Bertie Charles Forbes, escribió un artí­culo sobre esta reunión en 1916, tres años después de que fuera aprobada el Acta de la Reserva Federal.

Wilson escribió en su libro, La Nueva Libertad:

«Una gran nación industrial es controlada a través de su sistema crediticio. Nuestro sistema de crédito está concentrado en manos privadas. El crecimiento de la nación, por tanto, y todas nuestras actividades están en manos de unos pocos hombres. Nos hemos convertido en uno de los gobiernos de todo el mundo civilizado peor dirigidos, completamente controlados y dominados; ya no somos un gobierno de libre opinión, no somos un gobierno por convicción ni por voto de la mayorí­a, sino un gobierno por opinión y mandato de un pequeño grupo de influyentes hombres».

Un banco central, hasta el último dólar creado como instrumento de deuda, requiere pago de grandes sumas de dinero por parte de toda la gente en forma de intereses. Curiosamente, 1913 también fue el año en el que se introdujo la Decimosexta Enmienda, concediendo al gobierno el poder de recolectar impuesto de beneficio.

Primera Guerra Mundial

En 1914, cuando empezó la guerra en Europa, los americanos se negaban a tomar parte en ella. Mientras el Presidente Woodrow declaraba públicamente que los Estados Unidos permanecerí­an neutrales, detrás del telón se hací­a todo lo posible para involucrar a América en la guerra.

Las guerras son extremadamente lucrativas para los banqueros centrales porque obligan a los gobiernos a contraer más deuda. El Secretario del Estado, William Jennings Bryan escribió:

«Los bancos estaban interesados en crear una guerra mundial porque esto les proporcionaba una excelente oportunidad de obtener un gran beneficio».

Supuestamente, el 7 de mayo de 1915 el Lusitania, un crucero transoceánico que llevaba pasajeros americanos, fue enviado a propósito a aguas controladas por los alemanes. La embajada imperial alemana habí­a pagado a cincuenta periódicos de la Costa Este, incluyendo los de de Nueva York, para que publicasen una advertencia para que la gente no subiera a bordo de Lusitania. Este anuncio de advertencia solo apareció en el Des Moines Register.

Como era de esperar los alemanes torpedearon el Lusitania. Los registros alemanes indicaban que hubo una gigantesca explosión secundaria después de que el barco fuera alcanzado por los torpedos alemanes, lo que llevó a algunos a especular sobre el hecho de que el Lusitania llevaba explosivo a bordo. De los 1.959 pasajeros que estaban a bordo murieron 1.198. Acto seguido USA entraba en la guerra.

Primeras operaciones de la Reserva Federal

Se le explicó al público que la Reserva Federal fue creada para estabilizar la economí­a.

Desde 1914 a 1919 la masa monetaria prácticamente dobló su volumen. Todo este dinero fue destinado para préstamos para el pequeño comercio y público en general. En 1920 los bancos exigieron la devolución de préstamos lo que llevó a varias quiebras y a la crisis bancaria dando el primer paso a la recesión de 1920-1921. Alrededor de 5.400 bancos privados, independientes y competitivos, que operaban fuera del sistema de la Reserva Federal colapsaron, fortaleciendo de este modo, el poder del banco central.

La administración de Harding no intervino a pesar de la presión polí­tica. La solución que proponí­a Harding fue que si «los bancos se han metido en este embrollos por sí­ mismos, déjenles que salgan también por sí­ mismos».

Desde la administración de Harding, la gestión pública de la economí­a se convirtió en el propósito primordial del gobierno.

El presidente Harding fue el sexto presidente que murió en la oficina. La causa oficial de su muerte, como indicó el New York Times, fue una apoplejí­a. Gaston B. Means, un historiador aficionado y satí­rico, apunta en su libro «La Extraña muerte del presidente Harding» (1930) que las circunstancias que rodeaban su muerte llevaban a sospechar que el presidente fue envenenado.

La Gran Depresión

De 1921 a 1929 la Reserva Federal aumentó la masa monetaria en un 62%, potenciando de esta manera el perí­odo que se conoció como los felices años 20.

Más tarde, lo que aupó los í­ndices bursátiles fue un nuevo tipo de préstamos conocidos como préstamos marginales, cuando el inversor solo necesitaba entregar el 10% del valor de las acciones con un préstamo por el otro 90% concedido por el broker.

Al igual que ahora, el broker podí­a exigir la devolución anticipada de estos préstamos en un plazo de 24 horas que se conoció bajo el término de «margin call», situación cuando la posición abierta en el mercado no llega a cubrir la garantí­a exigida por el broker lo que lleva al cierre obligatorio de esta posición.

Estos dos factores, la polí­tica monetaria laxa y el dinero fácil, fueron las causas de una vertiginosa subida del Dow Jones Industrial Average en la segunda mitad de los años 20.

Las exigencias masivas de devolución anticipada de los préstamos por parte de la banca de Nueva York fue devastadora para los mercados financieros provocando el crash de 1929. El Jueves negro, el crash inicial, ocurrió el 24 de octubre. Este crash causó pánico general cinco dí­as más tarde, el 29 de octubre, conocido como «Martes negro».

Entonces, en vez de aumentar la masa monetaria, la Reserva Federal la contrajo, creando de este modo, el perí­odo llamado la Gran Depresión. El congresista Wright Patman en A Primer On Money, informaba de que la masa monetaria decreció en unos 8.000 millones de dólares desde 1929 hasta 1933 causando la quiebra de 11.630 bancos del total de 26.401 de los Estados Unidos. Esto permitió a los banqueros centrales comprar a sus rivales a un buen precio.

Es interesante que las biografí­as de J.P. Morgan, Joe F. Kennedy, J.D. Rockefeller y Bernard Baruch indican que todos ellos lograron convertir sus activos de renta variable en oro justo antes del crash de 1929.

La leyenda cuenta que Joseph P. Kennedy decidió vender sus abultadas posesiones en renta variable después de haber escuchado las predicciones financieras de un limpiabotas. Joe Kennedy pasó de tener 4 millones en acciones en 1929 a más de 100 millones en 1935.

Nos debemos preguntar si este «limpiabotas» no fue Paul Warburg, uno de los fundadores y miembro original de la Reserva Federal que previno contra el futuro colapso y la depresión a los accionistas de su International Acceptance Bank en el informe anual:

«Si se permite que la orgí­a de la especulación descontrolada vaya en aumento, el colapso final no solamente afectará a los especuladores, sino traerá consigo una depresión general que involucrará a todo el paí­s». (Paul Warburg, marzo de 1929)

El 10 de junio de 1932 el congresista Louis McFadden, adversario de la Reserva Federal, hizo un discurso de 25 minutos ante la Cámara de Representantes en el cual acusó a la Reserva Federal de provocar deliberadamente la Gran Depresión.

En 1933, McFadden introdujo la Resolución nº 158, Artí­culos de Impeachment para el Secretario del Tesoro, el Controlador de Divisas y los gobernadores de la Reserva Federal por numerosos actos criminales, incluyendo la conspiración, fraude, manejo indebido de los fondos y traición.

Louis McFadden murió el 3 de octubre de 1936 durante su visita a Nueva York. La razón oficial de su muerte fue «parada cardiaca provocando una muerte súbita» como causa de una «gripe intestinal».

Antes hubo dos intentos de acabar con la vida de McFadden. Primero, alguien le habí­a disparado dos veces en un taxi mientras se dirigí­a al hotel del Capitolio. Los dos disparos fallaron. Y la segunda cuando se puso de repente muy enfermo después de un banquete en Washington. Le salvó un amigo médico que habí­a asistido al mismo banquete y que le hizo un lavado de estómago urgente.

Confiscación del oro americano

Bajo el pretexto de ayudar para acabar con la Gran Depresión, en 1933 fue confiscado el oro público por la administración de Roosevelt que declaró que la propiedad del oro pasaba a bancos privados. Bajo pena de encarcelamiento de 10 años y/o una multa de 10.000 dólares, cada americano estaba obligado a devolver el oro que poseí­a al Tesoro americano.

Esta confiscación se explicó porque el descenso de los precios durante la Gran Depresión fue provocado por un exceso de capacidad.

Este razonamiento fue la causa de la implantación de unas desastrosas polí­ticas económicas tales como el Acta de Reestructuración Nacional de la Industria bajo el cual se habí­an creado carteles industriales a fin de mantener los precios altos y el Acta de Ajuste de la Agricultura que ordenaba la destrucción de las reservas de trigo con el propósito de elevar los precios reduciendo la oferta.

Cuando el desempleo estaba en niveles récord y la gente sufrí­a de las graves consecuencias de la crisis, estas polí­ticas resultaban completamente opuestas a lo que se necesitaba en realidad.

Uno de los métodos que empleó la administración de Roosevelt para incrementar los precios, fue devaluar el dólar. Para conseguirlo, era necesario desvincular el dólar del oro. Mientras el dólar estuviera atado al patrón oro era imposible incrementar la cantidad del dinero en circulación, porque el público convertirí­a el papel en oro tan pronto como se dieran cuenta de que el dólar se estaba devaluando.

Certificado de 100 $
Ejemplo de un certificado de oro equivalente a 100 dólares de la segunda mitad de los años 20

El 5 de abril de 1933, Roosevelt firmó la Orden Ejecutiva 6102 que obligaba a los ciudadanos americanos a entregar su oro al gobierno a un precio de 20,67 dólares por onza. Se poní­a un lí­mite de 100 dólares para la posesión de las monedas de oro, con algunas salvedades como el uso dental, joyas y uso artí­stico que precisaba la utilización de oro.

Mientras se ordenaba a los ciudadanos americanos no acumular oro, Roosevelt comprendí­a que no podí­a imponer tal cosa a las naciones soberanas. Los extranjeros aún podí­an canjear sus dólares por oro pero al cabo de muy poco tiempo después de emitir la Orden 6102, Roosevelt devaluó el dólar hasta 35 dólares por onza reduciendo su valor en un 40,94%.

Como consecuencia de estas polí­ticas, se aumentó la capacidad de la Reserva Federal de incrementar la masa monetaria, multiplicando de este modo sus ingresos en concepto de intereses.

La Segunda Guerra Mundial

«La cuestión fue cómo debemos manejarlos [a Japón] para que dieran el primer disparo. Serí­a conveniente asegurarse de que fueran los japoneses que lo hicieran primero para que no quedase ninguna duda respecto a quién fueron los agresores».(Henry Stimson, Secretario de Guerra anterior a la Segunda Guerra Mundial, 25 de noviembre de 1941, escribiendo en una revista documentando su conversación con el Presidente Roosevelt)

El tí­o de Franklin Delano Roosevelt, Frederic A. Delano fue nombrado por Woodrow Wilson para ocupar el cargo de un gobernador de la Reserva Federal el 5 de agosto de 1914. Roosevelt pudo sentir simpatí­a hacia el deseo de los banqueros centrales de que los americanos entrasen en la Segunda Guerra Mundial. Existen pruebas de que la administración de Roosevelt provocara a los japoneses a atacar a las fuerzas americanas en Pearl Harbor.

En 1940 Roosevelt ordenó el traspaso de la flota desde la Costa Oeste a Hawaii. El Almirante Richardson se quejó de una inadecuada protección contra un ataque tanto por aire como por mar. Desobedeció las ordenes de mover la flota dos veces y fue destituido por el Almirante Kimmel quien, más tarde, hizo lo mismo.

El 7 de octubre de 1940 el Teniente Comandante Arthur McCollum escribió una memoria de ocho páginas describiendo el proceso de forzar a Japón en una guerra contra USA.

El 11 de febrero de 1941, Roosevelt propuso enviar seis cruceros y dos cargas a Manila.

De todos es sabido que fue el embargo de petróleo a Japón que llevó a los japoneses invadir las Indias Orientales.

Más tarde Roosevelt congeló todos los activos japoneses en los Estados Unidos y prestó ayuda financiera a China y ayuda militar a Gran Bretaña violando todas las reglas militares existentes en aquel momento.

El 4 de diciembre, tres dí­as antes del ataque al Pearl Harbor, la inteligencia australiana avisó a Roosevelt de que las fuerzas japonesas se estaban moviendo hacia el Pearl Harbor.

Durante aquel ataque murieron 2.400 soldados americanos lo que causó que los Estados Unidos entraran en la guerra. Después de este ataque fueron reclutados cerca de un millón de voluntarios.

El acuerdo de Bretton Woods

Los Estados Unidos emergieron de la Segunda Guerra Mundial como un poder dominante militar y económicamente.

Su crecimiento fue el resultado del comercio de armas y de prestar apoyo financiero a ambos bandos de la guerra. En 1945, los Estados Unidos producí­an la mitad de todo el carbón mundial, dos terceras partes de petróleo y más de la mitad de electricidad. La industria americana tení­a capacidad para fabricar grandes cantidades de maquinaria, incluyendo barcos, aviones, vehí­culos, armamento, herramientas y productos quí­micos. Adicionalmente, USA poseí­a el 65% de las reservas mundiales de oro y eran los únicos que tení­an la bomba atómica.

Los representantes de 44 naciones aliadas se reunieron en el Hotel Mount Washington en Bretton Woods, New Hampshire, para la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas durante las primeras tres semanas de julio de 1944.

El propósito de esta conferencia fue establecer las lí­neas de colaboración comercial y financiera entre las grandes potencias mundiales. El acuerdo firmado en esta conferencia se conoce como el Acuerdo de Bretton Woods sobre el Sistema Monetario.

El sistema monetario de Bretton Woods básicamente ligaba todas las divisas al tipo de interés del dólar que pasaba a ser la divida de referencia mundial. Todos los paí­ses debí­an ligar sus divisas al dólar americano, teniendo que comprar o vender dólares para mantener el tipo de cambio dentro del lí­mite establecido más o menos un 1%. El dólar americano serí­a convertible en oro a un precio de 35 dólares por onza. En efecto, el dólar se convirtió en la moneda en la que se comercializaba el oro.

Los Estados Unidos gozaban de una enorme ventaja de este sistema porque eran los únicos que tení­an la capacidad de crear una divisa de referencia que era el dólar americano. Las demás naciones estaban obligadas a comprar grandes cantidades de dólares americanos para mantener sus divisas dentro de un rango de fluctuación establecido.

John Fitzgerald Kennedy

El 4 de junio de 1963, John F. Kennedy firmó un decreto presidencial prácticamente desconocido, Orden Ejecutiva 11110, cuatro meses antes de su asesinato. Este decreto devolví­a al Gobierno Federal de los Estados Unidos el derecho constitucional de crear y «eemitir certificados de plata respaldados por las reservas de plata, o dólares de plata del Tesoro».

Como consecuencia, fueron emitidos 4.292.893.815 dólares de los nuevos «billetes de Kennedy» por el Tesoro de los Estados Unidos en vez por el sistema de la Reserva Federal.

En 1964, el sucesor de Kennedy, Lyndon B. Jonson, afirmó que «la plata es demasiado vulnerable como para ser usada como dinero». Los billetes de Kennedy fueron retirados de la circulación.

Lo que sigue son ejemplos de billetes de 2 y 5 dólares de los llamados «billetes de Kennedy» (también conocidos como «billetes de sello rojo»). Presten atención al año, 1963 y a la inscripción de «Notas de los Estados Unidos» en vez de la tradicional «Notas de la Reserva Federal».

La importancia de este dinero no debe ser subestimada. Las tradicionales notas de la Reserva Federal son creadas por la Fed que los canjea por los bonos del gobierno cobrando intereses. Estas «Notas de los Estados Unidos» eran directamente emitidas por el Tesoro USA y respaldadas por las reservas de plata del Tesoro.

Este dinero no generaba intereses pagaderos por el gobierno (o mejor dicho por los contribuyentes) a la Reserva Federal.

La guerra de Vietnam

La entrada de USA en la guerra contra Vietnam se produjo en 1954, pero la postura «oficial» era el mantenimiento de las misiones no luctuosas hasta finales de 1963.

La declaración de guerra oficial en 1964 fue resultado directo de dos supuestos ataques a dos destructores americanos por parte de las fuerzas de Vietnam del Norte en el Golfo de Tonkin. Un informe emitido en 2005 por la Agencia de Seguridad Nacional indicó que el segundo ataque nunca se produjo.

Durante la guerra de Vietnam, muchos pilotos americanos estaban convencidos que las rí­gidas Reglas de Compromiso fueron lo que no dejó ganar a las fuerzas aéreas americanas durante la campaña Rolling Thunder durante 1965-1968. Estas reglas de compromiso fueron descalificadas en 1985. Muchas eran tan restrictivas que era imposible alcanzar resultados efectivos. Algunas de las reglas incluí­an:

1. Un sistema de misiles antiaéreos vietnamita no puede ser bombardeado antes de asegurarse de que está operativo.

2. Ningún enemigo puede ser perseguido si cruza la frontera con Laos o Cambodya.

3. Un blanco estratégico solo puede ser disparado por un oficial de alto rango.

4. Los pilotos tení­an restricciones en atacar campos de aviación, centrales eléctricas, barcos en algunas zonas, el área de 30 millas alrededor de Hanoi y el área de 10 millas alrededor de Haiphong.

5. En muchas ocasiones, hasta final de 1967, no les estaba permitido a los pilotos disparar antes de ser atacados ellos primero.

Estas reglas fueron transmitidas por la televisión vietnamita.

En 1966, Johnson levantó restricciones de comercio contra la Unión Soviética sabiendo perfectamente que los soviéticos financiaban hasta el 80% de los suministros de los norvietnamitas. David Rockefeller financió las fábricas soviéticas que producí­an equipamiento militar para el Vietcong.

Nunca se pretendió ganar la guerra en Vietnam. La guerra se sostuvo para el beneficio de los banqueros centrales quienes prestaban dinero para financiarla. Durante esta guerra murieron 58.000 soldados americanos y tres millones de vietnamitas.

Nixon cierra la ventanilla del oro

La escalada de gastos procedente tanto de la guerra de Vietnam como de los programas sociales, hizo que se emitiera aún más cantidad de moneda. A principios de los años 70, los Estados Unidos empezaron a sufrir déficit comercial por primera vez en el siglo XX. Los tenedores de dólares extranjeros empezaron a cuestionar la habilidad del gobierno americano de reducir el presupuesto y el déficit.

Cada vez más, los paí­ses extranjeros, especialmente Francia gobernada por Charles de Gaulle, empezaban a devolver los dólares ganados mediante exportaciones a los Estados Unidos, canjeándolos por oro como establecí­a el Acuerdo de Bretton Woods firmado en 1944.

El drenaje del oro americano amenazó con vaciar por completo el Tesoro. A fin de no dejar que esto sucediera, el 15 de agosto de 1971 el presidente Richard Nixon unilateralmente cerró la ventanilla del oro. Hizo que fuese imposible convertir el dólar en oro, salvo en el mercado abierto.

La eliminación de este último enlace entre el oro y el papel moneda significaba que las divisas mundiales empezaban a «fluctuar» unas respecto a otras. Como resultado los precios del oro subieron en vertical, desde los 35 dólares hasta 195 dólares por onza a finales de 1974.

Este fue el último paso para abandonar el patrón oro. Todo lo que tení­an que controlar los bancos centrales ahora era la percepción del público de la inflación para poder crear tanto dinero como deseasen.

Subastas del oro de los bancos centrales

El 1 de enero de 1975, después de 42 años, volví­a a ser legal para los ciudadanos americanos poseer oro. Anticipando la demanda, muchos bancos centrales vendieron grandes cantidades de sus reservas de oro. El efecto producido un descenso del precio del oro hasta 103 dólares por onza en dieciocho meses.

El oro volvió a sus máximos de 195 dólares marcados en 1974, prácticamente después de tres años y medio a finales de julio de 1978. Y siguió subiendo, llegando a 250 dólares en febrero de 1979, a 300 dólares en julio y a 400 dólares en octubre.

El nuevo Presidente de la Fed, Paul Volcker, nombrado por Jimmy Carter, anunció un cambio en la polí­tica monetaria después de volver de una conferencia en Belgrado que trataba sobre el sistema financiero global. La Reserva Federal pasaba de controlar los tipos de interés a controlar la masa monetaria.

El oro llegó a máximos de 840 dólares el 21 de enero de 1980 en un contexto de subidas de los tipos de interés. El tipo de interés llegó al 20% en abril de 1980 y se mantuvo ahí­ (excepto recortes de mediados de los años 80) hasta el final de 1981. Esto provocó una estampida del oro hacia el dólar americano.

Alrededor de 1982, los tipos de interés cayeron y el oro igual hasta 296 dólares por onza. Los inversores se lanzaron a la bolsa y al mercado del oro. El precio del oro alcanzó los 510 dólares por onza a finales de enero de 1983. No obstante, durante los últimos dí­as de febrero de 1983, el oro cayó hasta 105 dólares y el Dow rompió el nivel de 1.100 puntos por primera vez.

Así­ empezaba un perí­odo prolongado bajista en oro mientras que las bolsas llegaban a mí­nimos y comenzaba la subida.

Aumento de deuda

Lo que les daba impulso a las bolsas fue el abandono del lí­mite de la deuda de 400.000 millones de dólares en marzo de 1971. A finales de 1982, la deuda pública se habí­a triplicado alcanzando los 1,25 billones. Actualmente, la deuda pública de los Estados Unidos está en los niveles de 9 billones.

Esta explosión de la deuda llevó a la inflación global mientras USA seguí­a gozando de tener la moneda de referencia por razones históricas y porque en 1973 se llegó a un acuerdo con la OPEP según el que el precio de petróleo se calculaba en dólares.

La inflación monetaria llevó a la formación de burbujas económicas cuando los especuladores de los mercados compraban los activos a precios irrealmente altos. Conforme todos los participantes de mercado estén dentro, los mercados generalmente colapsan cuando se hace obvio que ya no queda nadie por comprar.

Hubo cuatro burbujas desde 1982:

1. El boom global de las bolsas de 1982-87

2. El boom de la bolsa de Japón de 1988-90

3. El boom de las punto com desde finales de 1994 hasta principios de 2000

4. El actual mercado inmobiliario USA y global desde 2001 hasta hoy.

Es importante ser consciente del hecho de que estas burbujas y sus consecuentes pinchazos, no son el resultado de los mercados libres capitalistas como normalmente se cree. Son consecuencia directa de la manipulación monetaria por los bancos centrales que no difiere mucho del modelo intervencionista soviético.

Resumen

El actual sistema bancario de la Reserva Federal sigue el modelo del sistema de la banca central europea contra la que luchaban los americanos durante su Guerra de Independencia.

Cada dólar creado dentro del actual sistema monetario no representa ningún activo tangible. Representa lo que debe el gobierno, y por tanto los ciudadanos, a los bancos centrales. Después de tres intentos fallidos, los banqueros centrales finalmente obtuvieron el monopolio sobre el sistema monetario americano con la creación de la Reserva Federal en 1913.

Existen dos consecuencias ineludibles del Sistema de la Reserva Federal:

1. Devaluación del dólar

2. Acumulación de deudas.

Fuente: Mike Hewitt, Dollar Daze

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