Madrid, atardecer de otoño

Yo, señor, no se hacer fotografí­as pero la cámara sí­. Y todaví­a es más fácil cuando el sol inicia su retirada protocolaria de cada dí­a. La marcha del astro resulta tan indiscreta como un festival de luces empalagosas que se diluyen por el horizonte. Una vez más todo parece igual, sin embargo por alguna razón el show nunca es el mismo. Ya lo dijo el poeta: «Otro amoroso crepúsculo se extraví­a ante mis ojos hechizados».

(Clic en imagen para ver el álbum al completo)

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