¿Quita mejor la sed el agua templada que la frí­a?

Aunque no lo parezca, la respuesta es: sí. Cuando hace mucho calor perdemos lí­quido sudando y entonces la superficie de la piel necesita refrigerarse todo lo posible, lo que incrementa el aporte sanguí­neo y la transpiración.


La ingesta de agua frí­a da lugar a una absorción casi instantánea en el tubo digestivo y a su traslado inmediato a la superficie de la piel para refrigerarla, con lo que no da apenas tiempo para que recuperemos el lí­quido perdido en el interior.

Dicen que si andas por el desierto y bebes algo frí­o, en seguida se esfuma por sudoración y no te hidratas como debieras; en cambio al beber de una cantimplora que dadas las circunstancias tendrá en su interior agua más bien caliente, la hidratación será más efectiva porque tardas más en desprenderte de ese lí­quido.

¿Beben líquidos los moradores del «disierto» en recipientes perlados de gotas fresquí­simas que brillan poéticamente al sol? Negativo, los moradores del desierto tradicionalmente han sobrevivido con agua que no está a baja temperatura, pocas veces ello es posible, ni siquiera del todo incolora e insí­pida. A menudo es turbia, porque se extrae con esfuerzo de pozos casi resecos y es almacenada en pellejos de animales que propagan su caracterí­stico sabor.

No hace falta fijarse mucho para saber que la ayuda más inestimable para calmar la sed de estas gentes viene de la mano del venerado té caliente, que toman a cualquier hora. En cuestiones de hidratación saben lo que hay que hacer mejor que nadie.

Postdata: a pesar de lo dicho declaro mi eterna enemistad hacia la ingesta de agua calentorra.

Visto en las Quonsultas de la revista Quo.

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