«¡Harpo habla!», de Harpo Marx

«Ha llegado el momento de echar a volar mi imaginación, tumbarme al sol, quitarme los zapatos y por fin hablar».

Siguiendo con la costumbre de buscar de vez en cuando libros acerca de grandes personajes del S. XX que personalmente admiro por una u otra razón, el año pasado tuve la oportunidad de leer la voluminosa autobiografí­a de Groucho. Tenía claro que querí­a saber más sobre los hermanos Marx, figuras clave del espectáculo y entrañables í­dolos. Las memorias del hombre del bigote pintado conforman un libro lleno de datos y más datos sobre el mundo del espectáculo a lo largo de su larguí­sima carrera (vodevil y teatro, cine, radio, televisión), personalidades con las que se cruzó, relaciones familiares … lo registra todo. Es propio del meticuloso, algo neurótico y fino pensador y humorista que fue Groucho.

Lo que no sabí­a es que su hermano Harpo también sacó a la luz en 1961, tres años antes de su muerte, su propia autobiografí­a (me encantarí­a saber si existe algo similar del sorprendente Chico y completarí­amos el trí­o más loco de genios). Ha caí­do en mis manos este libro encontrado casi por casualidad y no imaginé que me fuera a gustar tanto. Las memorias del mudo de los hermanos Marx es la lectura más amena con que me he topado en mucho tiempo. Menos prolijas que la de su hermano pero sinceras y bastante más divertidas, estas memorias son el legado de un tipo con un enorme sentido lúdico.

«He tocado el piano en un burdel. He sacado de Rusia documentos secretos. He pasado una tarde en un diván con Peggy Hopkins Joyce. He enseñado a una banda de gánsteres a tocar ‹Pinchie Winchie› […]. He montado una timba con Nick el Griego, he estado sentado en el suelo con Greta Garbo, he boxeado con Benny Leonard, cabalgado con el príncipe de Gales, he jugado al ping pong con George Gershwin. George Bernard Shaw me ha pedido consejo. […] He jugado al golf con Ben Hogan y Sam Snead y a baloncesto en la Riviera con Somerset Maugham y Elsa Maxwell. Me han sacado a patadas del casino de Montecarlo» (¡Habla Harpo!)

Hijo de los emigrantes judí­os alemanes Minnie Schoenberg y Samuel Marx (antes Simon Marks), Harpo, el segundo en nacer y cuyo nombre real fue inicialmente «Adolph» y más tarde «Arthur» por aquello de renegar del origen germánico de la familia a raí­z de los sucesos de la II Guerra Mundial, fue un tío sencillo con mucho sentido del humor que además vivió intensamente su época y se divirtió como pocos. A pesar de no finalizar los estudios básicos, el cómico de la peluca pelirroja rizada y la vieja gabardina llena de bolsillos sin fin, se codeó siempre con los intelectuales más brillantes de Norteamérica, -él mismo explica de manera muy graciosa que todo esto fue una cadena de
casualidades), siendo asiduo en todo tipo de fiestas, tertulias, reuniones, juegos y francachelas al este y al oeste de los Estados Unidos.

El libro recrea perfectamente la primera mitad del S. XX, empezando por la niñez neoyorquina en los barrios pobres llenos de emigrantes irlandeses, italianos y alemanes, las giras que soportaron los hermanos Marx por la Norteamérica más profunda y surrealista antes de alcanzar la fama, los locos años 20, la depresión económica, la «preguerra frí­a» (su visita a la URSS en los años 30 narrada en primera persona resulta más que curiosa), etc.

Un estilo verdaderamente ágil siembra con anécdotas continuas y desmenuza el origen de tan original atuendo o de los números que iban incorporando al espectáculo, relatando con ironí­a y excelente memoria las correrí­as de los hermanos, el delirante apego al juego de Chico, el tesón de la matriarca de los Marx -Minnie-, la escasa destreza del padre en su trabajo de sastre, proporcional a sus grandes dotes en la cocina. La singularidad de su padres y hermanos no es única; también peculiares fueron sus amistades, gente de renombre como el crí­tico teatral Alexander Woolcott, el músico Oscar Levant y un montón de millonarios y artistas que solí­an reunirse sin pretexto en cualquier lugar.

No puedo sino recomendar la lectura de este libro con los ojos cerrados y para abrir boca puedes consultar algunas de sus citas.

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