Entre botines y poceros

Gran noticia difundida los pasados dí­as y es la misma cada año. Una de esas que tanto gustan a los medios porque tiene dimensión macroeconómica y viste bien. Oí­rla y ponerme de mala leche, todo es uno:

«Los grupos bancarios que operan en España obtuvieron el año pasado un beneficio atribuido de 15.730 millones de euros, lo que supone un incremento del 27,7% respecto al año anterior.»

¿A costa de quien?

Si has mirado a los de tu alrededor o a ti mismo, premio para el caballero.

Son cojonudos los ejecutivos, exponencialmente brillantes, paladines de la riqueza nacional. Que no se me olvide felicitar a los grandes grupos financieros que obtuvieron unos miles de milloncejos más a lo largo del último año. Lo han vuelto a conseguir, desarrollando nuevas e imaginativas fórmulas para estafarnos otra vez, con un vuelta de tuerca al consumidor. De buen rollo todo, con sonrisa abierta y franca.

Ya vivimos con un palo metido por el culo y entre unos y otros empujan hacia dentro un poco más cada temporada.

Es curioso, cuanto más ladrona es una compañí­a, más cordial y positiva su publicidad de mensajes amigables y personajes en los que se resalta el lado más humano. Promueven spots presididos por sentimientos positivos, hierba fresca, ropa blanca, tonos cálidos y una sonrisa feliz pintada en rostros de gente equilibrada.

Hay bulla en la cola de los que empujan el palo. Ahí­ tenemos amplios equipos de especialistas bancarios, empresas de telecomunicación y variadas administraciones devanándose los sesos con el firme propósito de idear el siguiente paso que permita meter un bocado mayor a tus exiguos ingresos. Sientes que te falta el aire y piensas ¡Dios mí­o, llevo años así­!. Mejor no pasar a la segunda fase del razonamiento: ¡Dios santo, y moriré así­!.

¿Quién tiene asfixiada a España?

Según los medios, el fulano X de turno y por supuesto los movimientos independentistas. Las pataletas de la oposición remueven la misma mierda.

No cuela. A España la tienen asfixiada bancos, especuladores y multinacionales con la connivencia de la panda de impresentables que dirigen los Ministerios. Es un mecanismo bien engrasado (de lo mejor que funciona en este paí­s) en el que los bancos son cómplices de los especuladores inmobiliarios y los poderes públicos cómplices de ambos. Bonito cí­rculo vicioso para ahogar a toda la nación.

Los grandes usureros del país se perpetúan y ante la amenaza de que algo se les venga abajo tendrá previsto el siguiente movimiento para que todo siga igual.

Las burbujas económicas en España se regeneran continuamente, los especuladores suman y siguen. Lo malo es que, de una u otra manera, especuladores los somos todos, real o potencialmente: cualquier propietario lo ha sido, lo es o lo será (es lo que da mayor rentabilidad) y por tanto somos al mismo tiempo acusadores y parte interesada.

Llega en seguida una nueva campaña electoral en la que cada uno de los principales partidos gastará millones en aplicar su estrategia y transmitir ante todo confianza, justicia y progreso pero la realidad dice que la saliva va a dispararse otra vez entre acusaciones, ruido y el «tú más». Mientras tanto, los problemas reales que nos preocupan a todos serán materia liviana zarandeada por la demagogia de los discursos.

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