Juez del horror

¿Imaginas que en la vista oral en la que te juegas una condena a muerte, el juez ordena que te quites el cinturón para que durante la misma se te caigan los pantalones y seas el hazmerreí­r de la sala? Bien, pues este era el más benévolo de los métodos de Freisler, un hombre que desde los tribunales estuvo a la cabeza de la represión nazi.

Roland Freisler (1893-1945) militar, abogado y luego juez durante la Segunda Guerra Mundial, más señaladamente presidente del Tribunal Popular del PuebloVolksgerichtshof» en alemán), fue a la postre uno de los más siniestros, temidos e implacables jueces del nazismo, escenificando farsas judiciales con su manera grosera y humillante de dirigirse a los encausados. Hasta los nazis próximos a Hitler le tení­an aversión.


Freisler cursaba derecho en Universidad de Kiel cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914, lo que interrumpió sus estudios. Tras alistarse ascendió a teniente y recibió la Cruz de hierro por heroísmo en acción. En octubre de 1915 cae herido en el Frente Oriental y es hecho prisionero por las fuerzas rusas.

Allí aprendió a hablar ruso y se interesó por el marxismo que la Revolución Rusa acababa de poner en marcha. Se cree que colaboró entonces con los soviéticos, aunque no se pudo demostrar (posteriormente Freisler siempre rechazó cualquier insinuación de que alguna vez hubiera cooperado con ellos).

A su regreso a Alemania en 1919 completó sus estudios y en 1922 era Doctor en Derecho. Desde 1924 trabajó como abogado en Kassel y también fue elegido concejal de la ciudad.

En 1925 este ferviente comunista se afilia al partido Nacionalsocialista y de inmediato adquiere autoridad dentro de la organización defendiendo jurídicamente a los miembros que se enfrentaban a juicios por actos de violencia política.


Apadrinado por Goebbels (su pasado bolchevique lo hací­a altamente sospechoso a los ojos de Hitler, quien nunca lo tragó), en 1933 se convierte en diputado del Reichstag y es designado Secretario de Estado de Justicia del III Reich. El gobierno estaba quitándose de encima todo el aparato judicial no afín al régimen para construirse uno a medida.

El dominio que tenía de los textos legales, su destreza verbal y la fuerza dramática de sus intervenciones en los tribunales en combinación con una celosa vigilancia de la ideología nazi, hicieron de Freisler el juez más temido en Alemania y la personificación del nazismo en el derecho interno.

Abogó firmemente por la creación de leyes para castigar «la contaminación racial» e introdujo el concepto de «delincuente juvenil precoz» que proporcionó la base legal para imponer la pena de muerte a menores de edad por primera vez en la historia alemana.

En el año 1934 se habí­a creado el temible Volksgerichtshof o Tribunal Popular, órgano judicial del partido nazi y principal brazo ejecutor contra la disidencia. Contaba con más de 200 jueces inquisidores a su cargo dispuestos a hacer cumplir la ley a toda costa sin concesiones a la clemencia. Desde 1942 lo preside el honorable Freisler.

Roland Freisler en 1944

El tribunal imponí­a condenas de muerte por ejemplo por escuchar emisoras de radio extranjeras o por criticar al Führer incluso en el ámbito privado. Freisler aplicó en tales casos el llamado «Decreto contra los parásitos nacionales» documento que él mismo habí­a redactado y que le dejaba manos libres para aplicar un despiadado afán represor.

En el 43 dirigió los juicios contra los estudiantes de la organización disidente Rosa Blanca, grupo opositor que abogaba por la resistencia no violenta contra el régimen, al que condenó a pena de muerte con guillotina (por orden expresa suya se rescató este antiguo método de ajusticiamiento).

Freisler actuaba al tiempo como juez, jurado y fiscal, por lo que tení­a potestad total para las sentencias. Se calcula que aproximadamente el 90% de sus casos terminaron en veredictos de culpabilidad, además determinados de antemano, lo que constituye una auténtica farsa judicial. Entre 1942 y 1945, decretó más de 5.000 sentencias de muerte.

Después del atentado fallido atentado contra Hitler en julio de 1944 que encabezó el coronel conde Claus von Stauffenberg, la famosa Operación Valquiria, Roland Freisler sería el encargado de juzgar a los aproximadamente 200 miembros de la conspiración, a quienes humilló de forma extrema.

Los procedimientos, que fueron filmados para ser mostrados al público alemán en los noticiarios de cine, retratan cómo dirigía Freisler su corte: primero con interrogatorios incisivos para luego lanzarse repentinamente a una furiosa diatriba verbal gritando insultos a los acusados para desarmarlos psicológicamente

Juicio por el atentado a Hitler de 1944

Durante el juicio al Mariscal de Campo Erwin Von Witzleben, uno de los implicados en la trama, el juez buscó humillarle constantemente al impedirle declarar con su dentadura postiza y sin el consabido cinturón. Ese mismo dí­a ordenó que lo ahorcasen desnudo con una cuerda de piano.

El 3 de febrero de 1945 se encontraba juzgando en Berlí­n al teniente Fabian von Schlabrendorff a quien amenazó con que «le mandarí­a directo al infierno», a lo que von Schlabrendorff respondió: «Con gusto le permito ir delante». Dicho y hecho, porque antes de que terminara la audiencia se desató sobre la ciudad un bombardeo aéreo de los aliados tan repentino que impidió evacuar la sala. Al cesar el ataque, Freisler apareció muerto bajo una columna con el expediente de Schlabrendorff en la mano.

No se le rindieron funerales de estado, Hitler no lo quiso, probablemente debido a aquella antigua filiación comunista. La muerte de Freisler en los bombardeos impidió que fuera llevado ante los tribunales después de la guerra. Su cuerpo yace en Berlín en una tumba de la familia de su esposa donde no consta su nombre.

Así­ termina la historia del juez sanguinario que actuó impunemente en la mejor época posible para hacerlo. Creo que se puede decir sin margen para la equivocación que nadie lamentó su muerte.

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