Atravesando Beirut
Jamás estuve tan lejos y mucho menos en ciudades arrasadas por alguna catástrofe, pero en Madrid a veces puedes hacerte una ligera idea.
Un ejército inconcebible de maquinaria amenazadora siembra la M-30, los accesos y salidas por las principales vías al norte, al sur, al este y al oeste, todo a la vez…
Campos petrolíferos rugen a escasos metros de miles de viviendas y establecimientos. «Perdón por las molestias, estamos trabajando para Vd.»
Por su bienestar, por la prosperidad y el bien colectivo y para que unos cuantos ganen un río de pasta y otros dejen estampado su nombre como próceres históricos de la transformación urbana de la capital.
Conseguiremos que a partir de ahora, pobres cucarachas, nos atasquemos en túneles interminables de la gran urbe tragando humos en la oscuridad, cada mañana camino de unos puestos de trabajo precarios.
¡Dejad el subsuelo en paz, malditos políticos corruptos y desquiciados! Un día la madre tierra os lanzará una plaga.