Buscando a Rodríguez, genio invisible de la música
Un cantautor de origen mexicano
A finales de los años 60 un cantautor estadounidense de origen mejicano que respondía al nombre de Rodríguez (Sixto Díaz Rodríguez era su nombre completo) es descubierto en un club de Detroit por dos productores vinculados a la Motown.

Se trata de un solista de folk de oscura melena, gafas de sol y sombrero ancho, tocando de espaldas al público. Los productores quedan impresionados por su voz cálida, una limpia guitarra acústica y duras letras sociales sobre la vida en los barrios pobres industriales. Pensaron que tenían algo grande entre manos, tal vez otro Dylan. No fue así.
Sussex Records le grabó dos discos con la convicción de que el artista podía convertirse en uno de los grandes de su generación: Cold Fact (1970) y Coming From Reality (1971), dos trabajos hermosos y seductores que deslumbraban por su talento.
Pero nadie hizo caso, el éxito nunca llegó, el sello discográfico lo despide y el cantante desaparece sin más, se esfuma literalmente entre rumores sobre un posible suicidio (se llega a decir que se pegó un tiro sobre un escenario o que se había quemado a lo bonzo tras una actuación).
Y Sixto aparece en Sudáfrica
No obstante uno de los discos, Cold Fact, llega a la Sudáfrica del Apartheid extendiéndose a través sobre todo de grabaciones piratas. En unos años Sixto Rodríguez pasó a ser icono de la lucha por la libertad.
Fue tal su fama que se decía allí que era más famoso que Elvis Presley. También caló su música en Australia, Nueva Zelanda y Rhodesia (hoy Zimbabue).
«En Sudáfrica pensábamos que («Cold fact«) era uno de los discos más importantes de la historia, así de fácil».
Stephen Segerman
Si un puñado de buenas canciones seguían flotando sobre el corazón de mucha gente, ¿por qué nadie supo decir qué había sido de aquel cantante?
A mediados de los años 90 Stephen Segerman, propietario de una tienda de discos en ciudad del Cabo y el periodista Craig Bartholomew emprenden la búsqueda de información de Sixto Rodríguez, ya que no se disponía de ningún dato sobre el autor de dos discos que habían sido muy significativos en Sudáfrica.
Tras una fascinante labor detectivesca, en 1997 reciben contestación de Eva, hija del cantante, quien les confirma que su padre sigue vivo y lleva una vida por completo anónima como obrero de la construcción en Detroit.

Años después el director sueco de origen argelino Malik Bendjelloul conoce esta curiosa historia:
«Tan extraordinaria que me cuestioné por qué nadie había hecho una película. Pero me di cuenta de que para los sudafricanos era algo tan familiar que ya carecía de interés».
Y es que a mediados de los 70 cualquier hogar medio de Sudáfrica poseía, junto a un disco de los Beatles o Simon & Garfunkel, el «Cold Fact» de Rodríguez. Sus letras se cantaron en los duros días del apartheid.
Searching for Sugar Man
Finalmente ve la luz Searching for Sugar Man una magnífica película documental que narra toda esta historia y aparece repleta de apasionantes testimonios. Obtuvo el Oscar al Mejor documental en 2012 además de numerosos premios.
El film tiene la habilidad de hacerte vivir con intensidad más de 40 años de historia.
Serás testigo de una investigación minuciosa a través de las entrevistas con productores musicales, declaraciones de fans sudafricanos, de las propias hijas del misterioso Rodríguez e intercaladas sus canciones, hasta descubrir al personaje que surgió de las sórdidas calles de Detroit de donde en realidad no había salido.
Por fin descubrimos al artista maldito, un hombre de sesenta y tantos años delgado, tímido y discreto que vive modestamente.
Y lo que más sorprende es la naturalidad de Sixto, cantante y protagonista de esta narración, al conocer el interés suscitado. Por supuesto que le halaga y alegra el reconocimiento tardío pero, más allá de este acto de justicia reparadora, asume una situación extraordinaria con tranquilidad porque sabe que no le hará cambiar. Ya no.
Searching for Sugar Man cuenta en el tramo final cómo convencieron a Sixto para un viaje a Sudáfrica en 1998, donde se produjo un emotivo reencuentro con sus fans a través de seis exitosos conciertos. Desde entonces el cantante ha regresado esporádicamente al país africano pero continúa viviendo en Detroit, donde suele donar dinero recaudado en los conciertos a familiares y amigos.
El caso de Rodríguez es un misterio inexplicable de la música popular. Durante años la voz de un ser casi anónimo habló a una nación en conflicto a través de la fuerza de la música y él, ajeno a lo ocurrido con su obra en un país lejano, vivió de otra profesión. Pero su esencia musical permaneció intacta.

¿Es la de Sixto una historia de fracaso musical? Claro que no, la película demuestra que hay otra lectura más profunda y hermosa: un retrato conmovedor acerca de la humildad, la dignidad y la esperanza por las segundas oportunidades. E invita a reflexionar sobre los caprichos de la fama frente a las verdaderas prioridades en la vida.
Nada hay tan increíble como la propia realidad. Rodríguez nunca será ya el artista que pudo haber sido pero al menos su música se recordará por más gente gracias a un documental como este.