El efecto Mateo haciendo de las suyas

¿Ni idea de lo que se conoce como el Efecto Mateo? Pues al repetir aquello de «los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres» estamos aludiendo de alguna manera a dicho efecto.

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Se atribuye el uso de este término por primera vez a Robert K. Merton, padre de la moderna sociología de la ciencia, en un artí­culo publicado en la revista Science en 1968 y toma su nombre de la conocida parábola de los talentos del evangelista San Mateo (en realidad el mismo pensamiento aparece cinco veces en la Biblia a cargo de tres evangelistas distintos). Dice así el versículo:

«Pues yo os digo que a todo el que tiene se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará»

Robert Merton se referí­a al hecho de que por contribuciones equivalentes, los investigadores cientí­ficos eminentes cosechaban mayores aplausos y reconocimiento que investigadores menos conocidos.

Dicho de otro modo, la persona que parte con una ventaja inicial va a encontrarse con otras ventajas y nuevas oportunidades más adelante, lo que aumentará la diferencia respecto a los demás, especialmente con quienes comienzan de alguna manera «penalizados». Así­ está hecho nuestro querido mundo.

Algunos ejemplos

Existen abundantes observaciones del efecto Mateo no solo en el campo de la sociologí­a, también en economí­a, empresa, educación, pedagogí­a o psicologí­a. En realidad en cualquier ámbito de la sociedad humana y sus implicaciones son muchas e inquietantes:

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  • No encontraremos bancos que presten dinero a quienes no lo tienen, igual que si vas a pedir una hipoteca exigirán que dispongas de avales ineludiblemente.
  • Un prestigioso economista aparecerá aseverando algo y tendrá repercusión segura en los medios, incluso tratándose de una chorrada. En cambio nada sabemos del trabajo de un desconocido y brillante investigador aunque sea una contribución importante.
  • Un profesor de una institución de renombre no tiene dificultades en publicar: ya tenemos asumida la altura de su talento. En cambio el genio de una oscura institución o residente en un país subdesarrollado, deberá afrontar obstáculos enormes y a menos que tenga un gran tesón -pero también mucha suerte y una oportunidad aprovechable-, jamás aparecerá bajo la luz de los focos. Las historia nos recuerda muchí­simos ejemplos de hallazgos cientí­ficos que no han quedado asociados a su verdadero descubridor.
  • Si entras a una librería en busca de un libro para regalar tienes en seguida al alcance los best-seller de temporada. Título y portada son llamativos y ya nos suenan, por algo han gozado de campañas publicitarias. Además hay ejemplares de sobra y otros clientes están hojeándolos en ese momento. Gastarás más de lo previsto pero lo hace porque ha sido sencillo, rápido y una apuesta convincente. No pensar, no arriesgar. Seguramente cuando ese autor llevó su texto a la editorial lo admitieron sin demasiado preámbulo. Tú has seguido la senda trazada por los publicistas y el autor desconocido continuará siéndolo por tiempo indefinido.
  • Otro caso es el de las certificaciones que tanto buscan las empresas. Decir que son «ISO XXX» les da un «efecto halo»; seguirán haciendo las cosas igual de mal pero ahora certificadamente. Y así el resto las tiene en más alta estima.

En el ámbito empresarial

Esto merece capítulo aparte.

Supuestos gurús y expertos de éxito van a entrar en cualquier momento para un nuevo y ambicioso proyecto de tu empresa. Se trata de un nuevo director de marketing, sistemas o finanzas que acaba de incorporarse y que ya desempeñaba un cargo similar en otra empresa con bastante nombre, de modo que constituirá la contratación estrella de la que se vanagloria el comité, quien para cubrir el puesto ha ignorado automáticamente a todos aquellos profesionales que desde dentro de la organización han entregado sus mejores años y esfuerzos y hubiesen desempeñado esa tarea por mucho menos dinero y probablemente con mejores frutos.

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Tampoco la empresa va a comprar la solución o plataforma del mejor software ni a contratar la mejor consultorí­a sino las utilizadas por sus «iguales», algo que se ha encargado de vender el directivo estrella y su entorno. Estas soluciones van a resultar mucho más caras, tendrán a todo el mundo inmerso durante un tiempo en una vorágine de cambios estructurales y de procesos, unos cuantos irán a la calle y cuando los resultados económicos alarmen más de lo debido y la situación presente un estado peor al inicial, tal vez se prescinda del directivo, luego de una jugosa indemnización a pesar de tan evidente fracaso. Pronto otra ignorante y desdichada empresa acogerá al depredador.

Entretanto, ¿qué ocurrí­a cuando la dirección y las distintas gerencias iban consultando resultados? Pues sencillamente que estaban ya auto-convencidos del éxito (viven con la sensación del falso éxito en vena) y por mucho que la realidad los contradijese, nadie al final va a persuadirles de que se ha tirado el dinero. Si ahora toca justificarlo, se hace, y como todo es susceptible de justificación, fin de la historia.

En realidad no importa el medio; el efecto Mateo está inmiscuido de manera profunda en nuestra sociedad, se perpetúa porque lo hace con nosotros.

Fuera de serie (Outliers), es un ameno e interesante libro de Malcolm Gladwell que aborda este tema en particular. Lo que Gladwell viene a decirnos es que:

«El éxito no obedece a una función simple del mérito individual, como si el mundo en el que crecemos y las reglas que rigen la sociedad no importasen en absoluto».

Claro que importan. El éxito es una ventaja acumulativa: el éxito atrae al éxito como el dinero atrae al dinero.

El sistema actúa de manera perversa cuando da impulso a beneficiarios de ventajas ocultas y oportunidades extraordinarias, quienes gozan desde la cuna de legados culturales y económicos que les permiten aprender rápido, atajar camino, trabajar y vivir mejor y encontrar sentido al mundo de formas que otros, sencillamente, no conoceremos.

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Una pequeña diferencia inicial en las capacidades de dos personas se agrava irremediablemente con el paso del tiempo. Los mejores centros captan a los mejores alumnos, lo que va creando unos efectos devastadores de segregación de grupos privilegiados, en ningún modo interesados por mirar siquiera a los que van en el vagón de cola.

Si como sociedad estamos favoreciendo a los favorecidos y perjudicando a los desfavorecidos, la multiplicación del efecto Mateo es una amenaza más que latente que continúa creciendo bajo las alas de la cacareada competitividad. Pero hay muy pocas cosas que reflejen verdaderamente esos valores de justicia, mérito y equidad de los que tanto hablamos con los ojos brillantes de idealismo.

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