La extraña Maratón de 1904

En los Juegos Olí­mpicos de 1904 celebrados en Saint Louis (Missouri), de los 32 atletas que tomaron la salida en el maratón solamente 14 llegaron a la meta.

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El primero en cruzarla, el norteamericano Fred Lorz (que entrenaba por las noches debido a su profesión de albañil), ya habí­a sido fotografiado con la hija del presidente Roosevelt y estaba a punto de recibir la medalla de oro cuando se supo que de los 40 kilómetros de la prueba (la distancia aún no había sido estandarizada), casi 18 los había cubierto montado en el coche de su entrenador, que viendo a su pupilo con fuertes calambres lo invitó a subir. Juntos recorrieron esa distancia hasta que una averí­a del coche provocó que el corredor continuase trotando hacia la meta.


Frederick Lorz en los Juegos Olímpicos de 1904

El aplauso de la multitud rápidamente se convirtió en abucheo; Lorz intentó sin ningún éxito explicar que se trataba de una broma y recibió por castigo la expulsión de toda competición atlética, si bien unos meses después le levantaron dicha sanción y un año más tarde ganarí­a la maratón de Boston, esta vez sin trampas.

En su lugar fue proclamado vencedor el segundo clasificado de la prueba, su compatriota Thomas Hicks, un trabajador del metal que estuvo cerca de perder la vida. Al comprobar las dificultades físicas por las que atravesaba en carrera, su equipo de apoyo se dedicó a suministrarle brandy, claras de huevo y sulfato de estricnina, ésta última una sustancia usada en matarratas que en pequeñas dosis estimula el sistema nervioso. También bebió agua del radiador del propio automóvil.

Thomas Hicks es animado a seguir por unos aficionados

Hicks al llegar a meta se desmayó y es muy probable que hubiera fallecido de no ser atendido por varios médicos. Por suerte se recuperó y recibió su medalla. En años posteriores siguió participando en otros maratones con resultados más discretos, trabajó en la minería y se nacionalizó canadiense.

Debido a la mala organización y diversas circunstancias aquella maratón olímpica de 1904 se convirtió en un peligroso caos. En primer lugar la carrera se celebró durante las horas más calurosas del día, con una temperatura de unos 33 grados y por vías sin asfaltar donde los vehículos acompañantes levantaban grandes nubes de polvo

Los ganadores de la maratón de Boston en 1903 y 1904, Sam Mellor y John Lordan respectivamente, tuvieron que abandonar antes de llegar a la mitad debido a problemas físicos severos, mientras que el corredor William García recorrió 30 kilómetros antes de empezar a toser sangre. Se desvaneció y habría muerto de no ser socorrido por un transeúnte que lo encontró tirado en la cuneta.

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El cubano Félix Carvajal

En realidad todos los participantes se vieron obligados a esquivar numerosos y diferentes obstáculos: el propio tráfico que cruzaba la ciudad, los carruajes de reparto, el ferrocarril, los tranvías y cualquier persona que pasara por allí. Y para rematar la faena el organizador jefe de los Juegos Olímpicos, James E. Sullivan, dispuso que sólo hubiera dos puntos para beber agua en el recorrido: una fuente y un pozo. Aparentemente la razón fue que querían realizar una investigación sobre la deshidratación.

Por otro lado se concentraron una serie de personajes peculiares en aquella prueba accidentada, como el cartero cubano Félix de la Caridad Carvajal y Soto, más conocido como el «andarí­n Carvajal», que se había pagado de su propio bolsillo y como buenamente pudo el viaje desde La Habana. Después de perder todo su dinero jugando a los dados en Nueva Orleans llegó a Saint Louis haciendo autoestop, se presentó en el último instante y literalmente con lo puesto: camisa, zapatos de calle y pantalón largo que tuvieron que recortarle para participar .

Como llevaba 40 horas sin comer, pidió un bocado a un espectador que comía un par de melocotones y cuando éste se negó los robó y salió corriendo. Más tarde se desvió del trazado metiéndose en un huerto a comer algunas manzanas que resultaron estar medio podridas. Eso le provocó fuertes retortijones y tuvo que acostarse (otra fuente afirma que llegó a echarse una siesta rápida). Pese a todo acabó cuarto.

Mashiani y Taunyane posaron así antes de la carrera de maratón de San Luis

También corrieron Jan Mashiani y Len Taunyane, originarios de una tribu sudafricana que se encontraba por entonces en la Exposición Universal de Saint Louis formando parte de un espectáculo de exhibición. Son considerados los primeros africanos negros en competir en unos Juegos Olímpicos.

Mashiani terminó duodécimo y Taunyane noveno. Muchos observadores estaban seguros de que Taunyane podría haberlo hecho mejor de no haber tenido que salirse del recorrido tratando de escapar de una manada de perros rabiosos que parecían querer devorarlo en aquella carrera épica e irrepetible.

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