Personajete 1

Oiga, no es que yo lo quisiera, pero desde que papá se embarcó en negocios de envergadura hube de reciclarme para seguir su ritmo y asentar la idea de que también yo sería gentleman empresarial de la noble escuela de saqueadores hispánicos.

Procedo de una zona pija del norte de Madrid y a dí­a de hoy sigo arruinado hasta la próxima subvención bajo cuerda, que no ha de tardar.

Mi presencia impecable deja tras de sí­ un aroma dulzón a aftershave británico. Caballero de perfecta dicción, sostengo con firmeza autoritaria la mirada ojerosa de la plebe empobrecida.

Os confesaré que soy aficionadillo a mezclar en la misma charla la filosofía oriental con el liberalismo económico y, en secreto, a meter mano en caja propia y ajena para saciar mi ludopatí­a, aplacar la sed de whisky y cumplir con las visitas semanales a las chicas que muerden el lóbulo de mi oreja con melosas palabras en la oscuridad.

Siendo joven leí con avidez el Big Brother de Orwell y creo que marcó profunda huella en mi, sin embargo lo dejé dormir en la intimidad más recóndita.

Cuando mi risa destemplada esparce su eco por los pasillos de la empresa, los empleados tiemblan consternados.

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