Palabras que dejé de escuchar al pasar Despeñaperros

El habla de Cardeña: una mirada al tesoro lingüístico del norte de Córdoba

Hablar de Cardeña, en la comarca cordobesa de Los Pedroches, no es solo aludir a mi pueblo pequeño y apartado que pocos conocen, también supone reivindicar una forma propia de estar en el mundo. Porque en sus calles, en sus conversaciones y en sus silencios, late un lenguaje antiguo y único, un modo de expresarse que parece salido de un compendio secreto de sabiduría popular, ironía rural y poesía sin pretensiones.

Antiguo poste kilométrico en la carretera vieja a Montoro

Dicen que el lenguaje nos construye, y algo de eso hay cuando uno escucha frases como una de las muchas que decía mi madre:

“¡Mándalo y hazlo, y serás mozo y amo!”

Una máxima de la autosuficiencia serrana: no esperes a que otros te saquen las castañas del fuego: si lo ordenas pero lo haces tú mismo te vas a sentir tonto, pero bien hecho estará. Lógica de campo.

O aquella otra que decían en casa de mi mujer al doblar las campanas en el pueblo:

“¿A qué pobrecito se le habrá enfriado la boca?”

Puro laconismo andaluz mezclado con una compasión silenciosa. Porque cuando en Cardeña doblan las campanas, todos saben que la vida se ha llevado a uno de los suyos. No hace falta más explicación.

Y qué decir del enigmático «Irse al huerto de los almendrillos», que era lo mismo que morirse, y que mi padre soltaba a veces con ironía y media sonrisa. Un eufemismo delicado y algo onírico que remite al descanso eterno como un campo florido, tal vez el único consuelo frente a una vida plagada de esfuerzos y pesares.

Una riqueza que se apaga si no se escucha

Estas expresiones no aparecen en manuales ni figuran en los libros de texto, ni siquiera en muchos diccionarios. Pero están vivas, y su eco permanece en la memoria de quienes las oímos desde «chicos». Y aún hoy sobreviven en los corrillos de la plaza, en las tiendas o en la barra de un bar, cuando alguien suelta una frase y otro la remata con guasa.

Gorriones sobre un árbol del patio de las escuelas

Son mucho más que palabras: son cultura ancestral y también resistencia.

Hablar como se habla en Cardeña —con sus giros y dobles sentidos, con su expresividad entrañable— es para mi una forma silenciosa de resistirse a abandonar a los tuyos, de no ceder del todo al olvido y de seguir perteneciendo, aunque uno viva lejos.

Y en un mundo que corre más de la cuenta, significa reconciliarse con aquellas formas de contar las cosas que contenían verdad y poesía casi sin querer. Porque a veces, con cuatro palabras, se puede resumir un tratado entero de psicología o sociolingüística.

Aunque sea por un momento, al nombrar las cosas como allí se hacía, uno vuelve a casa.

Los Pedroches, puente entre tres mundos

El norte de Córdoba ha sido durante siglos un cruce de caminos. Un espacio de tránsito, no de quedarse, que absorbió y mezcló lo que traían arrieros, gentes de campo y forasteros de paso. Aquí se mezclan ecos extremeños, manchegos y andaluces con naturalidad antigua.

Mapa y situación geográfica de la comarca de Los Pedroches. Fuente: Mancomunidad de municipios de los Pedroches.

No olvidemos que La comarca de los Pedroches, en plena Sierra Morena, limita con Extremadura y Castilla-La Mancha, siendo por tanto la región más septentrional de toda Andalucía y frontera natural con la Meseta.

Esa posición, sumada a una orografía compleja y un secular olvido institucional, la mantuvo siempre bastante aislada, fuera de grandes vías de comunicación, sin centros de poder cercanos, sobreviviendo con su economía tradicional de ganadería extensiva, dehesas y explotaciones de secano.

Un tipo de economía que nunca generó los excedentes suficientes para atraer el desarrollo urbano o comercial. Hoy Los Pedroches están mejor comunicados que nunca pero el aislamiento persiste ante la escasez de inversiones.

El resultado ha sido una pérdida demográfica crónica, aunque también algo más difícil de medir: una identidad forjada en lo pequeño y lo común, una conciencia arraigada de pertenencia al lugar que cuida la tradición, la familia, el habla, la memoria oral y las costumbres.

Vista de la sierra en la carretera de Azuel

Por todo ello, el habla de sus pueblos no se parece a muchos otros. Se trata de un hablar mestizo, hijo de pastores, de colonos, de trashumantes que venían con sus aperos, sus cabras… y con sus dichos.

¿Qué tienen en común un extremeño, un manchego y un andaluz?

Pues que podrían entenderse bastante bien si ese andaluz procede de cualquier pueblo de Los Pedroches. No es chiste: es pura geolingüística.

El norte de Córdoba ha sido históricamente un territorio de paso atravesado por el camino de Toledo. ¿Resultado? Un mosaico lingüístico que no muestran los mapas.

Aquí confluyen elementos del habla extremeña, rasgos castellanos y, cómo no, las modulaciones andaluzas, todo ello conformando un estilo que no encaja fácilmente en clichés.

Lo curioso es que dentro de la propia comarca también hay diferencias apreciables: no hablan igual en Cardeña que en Añora, ni en Hinojosa del Duque que en Belalcázar o Villanueva. Cada pueblo arrastra sus giros y expresiones propias, orgulloso de ello como quien guarda una receta familiar. En la zona occidental de Los Pedroches resuena una entonación extremeña, mientras que al sur la forma de pronunciar las vocales se asemeja plenamente al andaluz que conocemos.

El peso cultural de Extremadura sobre la comarca fue tradicionalmente más profundo que el de la propia Andalucía debido a una cuestión meramente geográfica. Eso explica por qué el acento, el léxico o incluso muchas costumbres del norte cordobés no coincidan con la imagen estandarizada que se tiene de Andalucía.

Cardeña bajo la niebla en una noche de invierno

A lo largo de los años, tras conocer mi origen cordobés estando aquí en Madrid, en varias ocasiones me dijeron «pero tú no tienes mucho acento andaluz» (o directamente me tomaban por extremeño).

Los acentos no los marcan los límites de provincia

Estas opiniones reflejan una idea errónea muy extendida en España: que las provincias y regiones son bloques culturales cerrados y homogéneos. Y no es así, de hecho incluso norte y sur de la provincia de Córdoba parecen dos mundos distintos.

En realidad, las provincias son creaciones racionalistas del siglo XIX y como toda invención administrativa, no entiende de identidades locales.

Aún persiste el mito de considerar al andaluz como un dialecto uniforme a pesar de que Andalucía es enorme y contiene una variedad casi inabarcable. Sólo en Los Pedroches, hay un léxico que ni en Córdoba capital reconocen a ciencia cierta. Los lingüistas dirían que estamos ante una «zona de transición dialectal». Nosotros simplemente lo llamamos «nuestra manera de hablar».

¿Qué hace especial al vocabulario andaluz?

Dejando a un lado lo fonético y lo gramatical -que no es objeto de este artículo- si nos fijamos en los aspectos más culturales y emocionales, para el tratamiento del habla de Cardeña aparecen claves reveladoras que conectan a nuestro pueblo con el lenguaje e idiosincrasia de Andalucía.

Un pozo de piedra en plena dehesa

Veamos algunos rasgos comunes que hacen del andaluz algo especial:

1. Una lengua llena de imágenes

Un andaluz no dice: «Esa persona está un poco desequilibrada» o «Se encuentra gravemente enfermo» sino: «Está más pallá que pacá» y en lugar de describir a alguien ha pasado a toda prisa delante de sus narices, puede que diga «¡Iba tó folláo!». O refiriéndose a una persona demasiado estirada: «Parece que se ha tragao un palo», y «Está que echa chispas» de alguien muy cabreado.

No es solo economía de palabras, sino plasticidad. La expresión andaluza busca contener una imagen sencilla que sea efectiva.

2. Economía expresiva: decir mucho con poco

La capacidad del andaluz para comprimir significados complejos en una sola expresión es impresionante: Fitetú («Fíjate tú»), para denotar sorpresa o incredulidad (tiene además otros matices) o el conocido No ni ná, una triple negación que en realidad afirma con fuerza.

Esta economía verbal responde a la sabiduría popular que antepone intuición y complicidad frente al discurso. A veces ni siquiera es necesaria una frase entera, basta con un monosílabo: ¡Fú! o ¡Foh! (a saber cómo se escribe, que el andaluz es más de hablarlo), solo un monosílabo para expresar toda la indolencia o descontento.

3. Imaginación y metáfora popular

En Andalucía las cosas no se nombran directamente si pueden compararse con otra más pintoresca. Las expresiones vienen de la mano de hipérboles y metáforas coloridas, lo que hace que la lengua tenga con frecuencia una carga poética:

«Tiene más cuernos que un saco caracoles».

«Más feo que pegarle a un padre»

Es una forma de adornar la realidad, de ponerle color al gris. La imaginación como recurso cotidiano.

Sentarse en un banco de la plaza

4. Sentido del humor frente a la adversidad

Las tensiones a menudo se combaten echando mano de una palabra con la que jugar dándole la vuelta. Cada vez que algo duele, se recubre con alguna expresión que permita aligerarlo y continuar, siguiendo la máxima del «te ríes por no llorar».

Muchas de estas expresiones llegan impregnadas de ironía, dobles sentidos y juego de palabras para disimular el dolor o al menos que el problema resulte más digerible:

«Estoy que no sirvo ni pa espantar moscas»

«Como esto no mejore, me voy a tener que comer los geranios»

Eso puede convertir un mal rato en chascarrillo.

5. Emoción e interpretación

No sólo se habla para informar, también para emocionar, construir vínculos o incluso para lucirse. Por eso el lenguaje está lleno de exclamaciones, fórmulas afectivas y retórica popular. El acento además de sonar, se interpreta:

«Me duele hasta el sentío»

«Se te caen los palos del sombrajo»

Edificación rural tradicional en el término de Cardeña

En definitiva, nuestro lenguaje mantiene un vínculo directo con la vida cotidiana, adaptándose a la calle, a las faenas, al mercado, a la taberna, a lo que sea. A los andaluces nos gusta expresar las emociones con fuerza más que con grandilocuencia.

Lo que muchos no quieren ver del habla andaluza

El andaluz ha sido injustamente considerado una forma de hablar vulgar e incorrecta por no ceñirse al castellano normativo. Esto no solo es falso, sino que además ignora su riqueza e historia, ya que:

  • Ha conservado formas arcaicas del castellano antiguo.
  • Simplifica estructuras con lógica e ingenio.
  • Generó expresiones propias que cruzaron el Atlántico (muchas formas del español en América derivan de Andalucía).
  • El habla andaluza, profundamente expresiva y oral, sabe crear imágenes inmediatas con pocas palabras, cobijando un gran repertorio de metáforas visuales y comparaciones.
  • Por su ritmo, entonación y melodía, presenta una musicalidad propia y reconocible.

Tal vez lo más poderoso del hablar andaluz haya sido su capacidad de resistir siglos de prejuicios, desprecios y etiquetas. Ha sobrevivido a las burlas y a la corrección lingüística desde arriba, y sigue ahí, plenamente vivo con su agudeza, ternura e ironía filosófica.

Una vista de Cardeña

Casi siempre fuimos pobres, pero donde falta el pan sobra ingenio… Mientras podamos nombrar las cosas a nuestra manera, estamos servidos.

Decir como se dice en Cardeña

En el norte de la provincia de Córdoba, donde los encinares se extienden como océanos y la vida rural aún conserva muchos latidos, la lengua se convierte en memoria viva. En pueblos como Cardeña, abrazada por los campos y bajo una naturaleza plena, el habla parece una cápsula del tiempo. 

Cada expresión encierra una forma de ver el mundo: con retranca, con dignidad, con amor por lo propio. Muchas de nuestras palabras y expresiones no figuran en el diccionario de la RAE, de modo que perviven de boca en boca transmitidos de una generación a la siguiente.

Las palabras no son tan solo palabras, también herramientas, costumbres, ironías o hasta caricias. Cardeña, por su ubicación entre Sierra Morena, el valle del Guadiana y la dehesa, conserva un léxico castellanoviejo, extremeño y andaluz. Recordemos que toda la zona ha sido históricamente tierra de pastores, campesinos y oficios duros, de ahí que bastantes de sus dichos vayan ligados a los ritmos de la naturaleza y al mundo del trabajo manual.

El hogar está en las palabras 

Cada vez que una palabra se pierde se apaga también una manera única de comprender el mundo, podría romperse un hilo invisible que nos conecta con quienes nos precedieron. Esta publicación surgió con el propósito humilde y sincero de poner en valor lo que merece conservarse como raíz viva de nuestra identidad. Quiero así rendir homenaje a mis padres, a mi suegra y a tantos otros que ya no están, pero cuya voz aún resuena.

En el siguiente artículo intentaré elaborar un listado ordenado alfabéticamente de vocablos propios de Cardeña y tal vez otro más dedicado específicamente a expresiones.

Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Privacidad y cookies

Utilizamos cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mismas Enlace a polí­tica de cookies y política de privacidad y aviso legal.

Pulse el botón ACEPTAR para confirmar que ha leído y aceptado la información presentada


ACEPTAR
Aviso de cookies