The Long Ryders. No hay aplausos
En la década de los 80, muchos discos de importación americanos que entraban en Europa procedentes de compañías independientes apenas llegaban a emisoras de radio, mucho menos a la televisión.
Existían por entonces corrientes más reconocibles para el gran público, como el tecno o el propio punk incluso. Da la impresión de que a pocas manos alcanzó aquella oleada de innegable calidad musical bautizada como Paisley Underground o Nuevo Rock Americano (NRA) una sombra fugaz que sin embargo dejó profunda huella e influencias.

Así era y así es el signo del negocio musical, pero ello no impidió que un buen puñado de jóvenes músicos norteamericanos considerasen que aquel asunto de postmodernidad no iba con ellos y prefirieron reivindicar las raíces del rock de toda la vida, el de las guitarras eléctricas, haciendo guiños en otras muchas direcciones. Tenían por referencia el gran rock sureño de los 70: Lynyrd Skynyrd, Allman Brothers o Buffalo Springfield.
Una de las bandas que se puso al frente fueron The Long Ryders, con un estilo ecléctico que abrazaba sonidos de The Byrds, de la Psicodelia y el Garaje-Rock de los 60 y que evocaba también el Country y a la vez también algo más contemporáneo como The Clash.
Fue una reacción natural por rescatar algo bueno que ya existía pero iba languideciendo. Así lo propusieron The Long Ryders y lo hicieron también Green on Reed, Rain Parade o Dream Syndicate, actualmente todos ellos grupos de culto muy valorados aunque su paso fuera como un destello entre la atmósfera generada por los negocios de la MTV, los sintetizadores, el heavy metal lacado y nuevos románticos de imposibles flequillos.
Originarios de Los Angeles, en 1984 llegó el primer y posiblemente mejor álbum de The Long Ryders, Native Sons, con la colaboración vocal de Gene Clark, componente de los Byrds, un trabajo en donde se conjugaban los principios básicos de lo que decíamos: actitud Punk, Rock de los 60 y ecos fronterizos transversales.
Los siguientes trabajos del grupo, sin duda de considerable mérito (State of Our Union y Two-Fisted Tales), no encontraron el respaldo necesario y tras deserciones y descontentos el grupo se disolvió en 1987. En su máxima popularidad en USA The Long Ryders apenas llenaban recintos de dos mil y pico personas y las cifras tampoco se incrementaron mucho más. Sencillamente no lograron sonar lo suficiente en las emisoras comerciales.
Quedaron de ellos un puñado de buenos temas que desprenden actitud, frescura y ritmo. Tomad por favor nota de los siguientes siete:
- Lights in Downtown
- Gunslinger Man
- Looking for Lewis & Clark
- Man of Misery
- (Sweet) Mental Revenge
- 10-5-60
- Run Dusty Run
En 2004, muchos años después de su separación, la banda se reunió para una serie de conciertos europeos y volvieron a grabar. The Long Ryders aún no son una cosa del pasado.