¿Por qué los astrónomos no ven OVNIS?
¿Acaso se apareció alguna vez la virgen a un beduino del Sahara? Pues no, no ha lugar.
En el caso de los astrónomos tenían que ser ellos los primeros testigos, llegado el caso, porque no sólo hay un montón de astrónomos profesionales, también hay muchos más aficionados escrutando el cielo a diario y no han informado de avistamientos. Estamos ya en el siglo XXI y nada. ¿Mala suerte? ¡Pero si seguro que lo están deseando!
La pregunta que encabeza esta entrada es de las más frecuentes que llegan a David Morrison, astrobiólogo de la NASA, quien contesta a dudas de sus lectores sobre el fenómeno OVNI en su acepción popular de nave espacial extraterrestre. ¿Nos han visitado alguna vez? ¿Son reales? La gente quiere respuestas de la Ciencia, pero no las hay y a lo mejor no tiene por qué haberlas.
Morrison responde que no hay pruebas concluyentes de las visitas de seres inteligentes (o quién sabe si tontos) venidos a nuestro planeta desde el espacio, ni antes ni ahora. Y en cambio la historia reciente (documentales, Internet) sigue atesorando gran cantidad de testimonios e imágenes acerca de extraños puntos o luces voladoras manifestándose ahí arriba y personas corrientes afirmando con los ojos obnubilados que, por los clavos de Cristo, «aquello» era completamente real.
Pero si quitamos los fraudes y todo lo que se corresponde con fenómenos naturales ¿qué nos queda? Me temo que no mucho.
En el largo transcurso de la historia los supuestos platillos no han dejado tras de sí pruebas definitivas hasta ahora, evidencias científicas de naves o de sus tripulantes. Entonces lamentas que la fría lógica sea siempre menos atractiva que cualquier jodida leyenda. Y, lo siento, el sentido común tampoco vende nada de nada.
La creencia en seres extraños de fuera debe existir desde que el bípedo arrancó a pensar y observaba aquella bóveda misteriosa que se cernía sobre su cabeza. Es fácil suponer que cualquier punto de movilidad o de actividad súbita sobre el gran lienzo del cielo le causara sobresalto o al menos una intensa curiosidad llena de interrogantes. Siglos después llamaron a ese conjunto de imprecisiones «OVNIS». Luego despertó con fuerza el interés por ello, la literatura de ficción, bestsellers sobre fenómenos misteriosos sin explicación aparente… ¡Estamos tan solos! Finalmente se estableció junto a nosotros la magufada como un vecino más.
Bien, podemos convivir con ello; es comprensible que el ser humano hoy -como ayer- necesite creer que ahí fuera hay algo más y lo mismo se puede decir hablando en términos religiosos.
¿En verdad hay que concluir que es imposible que existan los extraterrestres?
No, imposible no y muy prepotente sería yo para afirmarlo si tengo mínimamente en cuenta las dimensiones sobrehumanas del Cosmos. Incluso sigo sin descartar que tengamos extraterrestres en, por ejemplo, la humedad que crían las zanahorias en el cajón de la nevera. O en el fondo de los océanos. ¿Por qué no?. Pero de ahí a recibir visitas de civilizaciones alienígenas hay un salto que de momento corresponde a Hollywood.
Una lástima, porque como alguien dijo:
«Si no existen, ¡cuánto espacio desaprovechado!»
Después de leer a Maikelnai