Comer verde con los ojos

Singular debió de ser Alfred Bernard, tí­o del célebre escritor francés Tristán Bernard.

Al parecer nunca se quitaba el sombrero ni el abrigo para no perder el calor del cuerpo y comí­a sólo al mediodí­a, cuando consideraba que su organismo reclamaba sustento. Solo iba a dormir cuando caí­a reventado de cansancio.

Una vez salió de su casa dejando a su mujer y a sus ocho hijos y no volvió nunca más. Se estableció en Parí­s, donde llevó una existencia bohemia.

Cada dí­a se sentaba en un parque «comiéndose el césped con la vista», ya que estaba convencido de que el color verde es el remedio para todos los problemas de la vista (algo que, por cierto, también pensaba Nietzsche).

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