La moto de Lawrence
El 13 de mayo de 1935, Thomas E. Lawrence fue a la oficina de correos de Bovington a enviar un telegrama a un amigo. A la vuelta, cerca ya de su casa de Clouds Hill, se vio obligado a realizar una brusca maniobra con su hermosa Brough Superior SS 100 (motocicleta de la que era un auténtico admirador, pues tuvo varios modelos de esa marca) al cruzarse con dos niños en bicicleta.
Lawrence salió despedido, se golpeó la cabeza y como resultado del accidente estuvo seis días en coma, tras lo cuales falleció. De este modo se extinguió la vida de una de las figuras militares más complejas y fascinantes de la historia del pasado siglo.

Un accidente más como tantos que no impidió que se hiciesen conjeturas acerca de que en realidad Lawrence fuese víctima de un complot de los servicios secretos, de los nazis… En cualquier caso la investigación que llevó a cabo el gobierno inglés no trascendió en absoluto. Fue enterrado en el cementerio de Moreton y en la Iglesia de St. Martin de Wareham se erigió una estatua yacente en la que está representado con ropas árabes.
Su muerte se produjo a consecuencia de la conmoción y contusiones en el cráneo fruto de la caída. Su médico, el prestigioso neurocirujano Hugh Cairns, quedó tan impresionado que tomó la decisión de adaptar el casco militar a la conducción de motocicletas y de este modo lo llevó a la práctica en el ejército inglés en 1941 publicando una serie de estudios.
Gracias a eso disminuyó de forma visible la muerte por accidente en moto, por lo que Cairns luchó para que el uso obligatorio del casco se trasladase también a los conductores no militares. Aunque parezca mentira, el uso civil del casco no se implantaría hasta 1973.
Como impulsado por un sueño, T. E. Lawrence contribuyó decisivamente a cambiar el mapa geopolítico de Oriente Próximo, en una de las aventuras militares más apasionantes que se recuerdan. Quizás fuera ese espíritu aventurero, esa ansia de libertad y su determinación lo que le unía de modo estrecho también a sus motos. Porque la válvula de escape para sus frustraciones pareció encontrarla en la velocidad y las motos, concretamente a lomos de una Brough NSS100.
La Brough Superior SS 100 está íntimamente ligada a la figura de Thomas Edward Lawrence, fanático de la marca: llegó a poseer siete, a las que dio el nombre de su amigo George Bernard Shaw (George I-VII).
La paternidad de esta legendaria máquina corresponde a William Brough, quien completó la construcción de su propia moto a finales del siglo XIX durante los pocos ratos libres que le dejaba su duro trabajo en la mina. En 1919 su hijo George, que había heredado la misma pasión, constituye su propia factoría bajo la marca Brough Superior.
La Brough Superior SS 100 se creó en 1924, saliendo al mercado como una motocicleta de gran lujo sólo al alcance de unos pocos (su coste rondaba las 170 libras cuando el salario medio de un trabajador era de 12 libras al mes).
Se fabricaba bajo pedido, a la medida y gustos de su futuro propietario, incluso se le tomaban medidas como si le fueran a confeccionar un traje.
La moto creada por George Brough resulta fabulosa por su estilo, calidad y avanzada tecnología, con prestaciones muy por encima de las de cualquier moto de la época, un motor de casi 1.000 cc capaz de mantener una velocidad de crucero por encima de 150 Km/h y con velocidades puntas cercanas a los 200 Km/h. Contaba además con una buena cantidad de accesorios y estaba dotada de un buen silenciador. Así daba la impresión de ser una máquina serena, elegante, como un Rolls Royce.
En veinte años (1920-1940) se construyeron únicamente tres mil ejemplares. La Brough Superior SS 100 fue y es un clásico de colección; la que perteneciese a Lawrence se exhibe ahora en el Imperial War Museum de Londres.