Manual para sobrevivir sin épica

(O cómo seguir adelante mientras el mundo se actualiza sin ti)

Hay días en los que el mundo parece una app en modo actualización permanente:

  • Te despiertas y hay otra IA dando que hablar.
  • Buscas la serie que te recomendaron y la han cancelado.
  • Abres cuenta en una plataforma nueva, te haces a ella y cierra antes de un año.
  • Y otro servicio digital se suma al sistema de suscripción de pago.

  • Desayunas con un conflicto geopolítico que ayer ni existía.
  • No has terminado de entender un escándalo, y ya estamos indignados con el siguiente.
  • Las habilidades laborales mutan cada año (Linkedin es el único lugar donde todos parecen felices con sus trabajos).
  • Revisas tu antiguo blog y parece escrito por un desconocido que usaba demasiados adjetivos.

Hoy todos critican lo que ayer se aplaudía (o viceversa) y ahí sigues tú en casa, un tanto desconcertado, sintiendo nostalgia por todo, incluso por algo… de hace nueve meses. O dices «esa canción me encanta» y resulta que salió hace 7 años.

A esa sensación extraña de vivir fuera de onda, como si el mundo jugara una partida que no logras seguir, los expertos la llaman «sentimiento de discontinuidad

¿Qué es el sentimiento de discontinuidad?

Es la sensación de que el mundo avanza tan rápido —tecnológica, cultural y socialmente— que uno pierde conexión con él y con sus referencias. Lo que antes era válido, útil o «normal», ya no lo es. Nos invade una especie de desarraigo, incluso nuestra propia vida deja de parecer una narrativa continua para volverse un collage de fragmentos deslavazados.

El filósofo Zygmunt Bauman también lo llamó modernidad líquida:

«Las condiciones cambian antes de que los modos de actuar puedan solidificarse en hábitos.»

Bajo una publicidad aplastante y con una producción y consumo desenfrenados, la sociedad corre más deprisa de lo que nuestra cabeza puede soportar.

Foto de Stepan Kalinin en Unsplash

¿Como no vamos a sentir zozobra si lo que antes llevaba décadas ahora cambia en muy pocos años? Ni siquiera el conocimiento parece estable y muchos referentes comunes se esfuman.

Estar al día es imposible, además de agotador, y eso deja huella en forma de una fuerte desorientación. ¿Quién soy si todo cambia? Hay algo profundamente inquietante en que lo que aprendiste ayer valga hoy bien poco.

La caída lenta de todas las ilusiones

Han repetido hasta el hartazgo que todo se arregla «persiguiendo tus sueños«, que con tener una pasión, una cualquiera, podrás verte realizado. Como si eso bastara para redimirnos del vértigo de vivir.

Las pasiones también se desgastan o te traicionan. Tener un propósito puede sostenernos un tiempo, pero no siempre basta, y cuando falla, se activa otra trampa: la imaginación.

La imaginación es esa voz susurrándote que existe otra vida mejor, más completa y al mismo tiempo inalcanzable. La imaginación nos pinta una vida sin complicaciones, una versión paralela donde todo encaja sin sobresaltos ni decepciones.

Nada de eso ocurre. La vida real es un ensayo general todos los días sobre un escenario con las luces encendidas y un público ausente o dormido. Y no tienes guión alguno en las manos.

Nos enseñaron que la virtud tiene recompensa, que el esfuerzo noble siempre obtiene sus frutos, pero este mundo que cambia de piel a cada momento no parece haber leído ese manual.

Hoy premiamos la visibilidad, la inmediatez, los atajos, la reacción rápida. La realidad parece diseñada para dejarnos atrás. Las normas se reescriben, los valores se negocian y la verdad no se sostiene.

Respiramos entre la ansiedad de no llegar y la apatía de dejar de intentarlo. Lo nuevo no ilusiona, lo viejo ya no consuela. Y entre ambos extremos, tratamos simplemente de no perdernos del todo.

Autoestima sin artificios

No podemos frenar el mundo, pero sí modular nuestro ritmo como mejor podamos o sepamos. Por ejemplo, haciendo cosas sin aprovechamiento inmediato, reconectando con tu propia historia o atendiendo a los detalles que de verdad deberían importar… Hemos de conservar algunas certezas, por inútiles que parezcan, alguna costumbre de andar por casa, y por supuesto tratar de no fingir aquello que no somos.

Dicen: “Aléjate de quienes no te valoran”, sin embargo, ¿adónde huir si tú tampoco te valoras?

La autoestima no siempre se construye, a menudo se improvisa, como al aplicar una receta sin instrucciones ni ingredientes suficientes. Basta con no derrumbarse del todo, basta con seguir.


La ley de los promedios asegura que muchos de tus esfuerzos no darán fruto, que tus mejores ideas no serán escuchadas, que tus actos más genuinos no los va a valorar nadie. Y, sin embargo, seguimos creando belleza… para pisotearla después. Quizá porque no hacerlo sería dejar de hablarle al mundo.

Conclusión: vivir sin certezas y resistir

La mayoría no busca el éxito, ni siquiera la felicidad constante o la plenitud absoluta; solo aspiran —con una honestidad desgarradora— a no romperse del todo. Y en esa aspiración modesta, casi silenciosa, late algo profundamente humano.

Vivir sin épica, sin prodigios, apenas con el vigor de resistir. ¡Qué difícil seguir adelante cuando la motivación escasea, conservando una pizca de ternura en medio de la jungla! Y, sin embargo, lo hacemos.

Uno no quiere ser especial ni ejemplo de nada. Solo un tipo cualquiera consecuente con los suyos y que no se deteste al mirarse en el espejo. Si logras eso, ya es mucho.

A veces no hace falta un gran día, tan sólo una tregua, un pequeño momento que no duela, una canción que no sabías que necesitabas, un paseo, una sonrisa que te encuentra sin buscarla o una conversación sincera. Eso es todo.

Una vez apunté una cita que al parecer pertenece a una canción de Leonard Cohen y creo encaja con todo esto:

“Hay una grieta en todo. Así es como entra la luz.”
Leonard Cohen

Al final se trata de aceptar nuestras grietas sin avergonzarnos. Reconocer que las imperfecciones, las debilidades y las cicatrices, son precisamente las que permiten que entren la esperanza, el aprendizaje y la belleza en nuestras vidas.

Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Privacidad y cookies

Utilizamos cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mismas Enlace a polí­tica de cookies y política de privacidad y aviso legal.

Pulse el botón ACEPTAR para confirmar que ha leído y aceptado la información presentada


ACEPTAR
Aviso de cookies