Chistes de economistas

Un matemático, un estadí­stico y un economista presentándose a una entrevista para el mismo trabajo.

El entrevistador llama al matemático y pregunta «¿A qué es igual 2 +2?» «Cuatro», replica el matemático. «¿Cuatro exactamente?», pregunta el entrevistador. Sumamente sorprendido el matemático mira al entrevistador y responde «Si, cuatro exactamente».


Luego el entrevistador llama al estadí­stico y le realiza la misma pregunta «¿A qué es igual 2 +2?» El estadí­stico responde «En promedio, 4 con un +/- 10% de confianza pero en promedio, cuatro«.

Por último el entrevistador llama al economista y plantea la misma pregunta «¿A qué es igual 2 + 2?» El economista se levanta, cierra la puerta, baja la persiana, aproxima su silla a la del entrevistador y en voz baja, dice «¿A qué desea usted que sea igual?»


P: ¿Cuántos economistas de Chicago hacen falta para cambiar una bombilla?

R: Ninguno. Si se necesita cambiar la bombilla, el mercado ya se habrá encargado de ello.

P: ¿Cuántos economistas neoclásicos hacen falta para cambiar una bombilla?

R1: Dos: uno para que asuma la existencia de una escalera y otro para cambiar la bombilla.

R2: Ninguno, todos están esperando a que la mano invisible del mercado corrija el desequilibrio lumí­nico


P: ¿Por qué creó Dios a los economistas?
R: Para que los pronósticos del tiempo nos pareciesen buenos.


Tres estadí­sticos van por el monte de caza. De repente, una perdiz levanta el vuelo. El primer estadí­stico dispara y su disparo sale desviado a un metro a la derecha de la perdiz. El segundo estadí­stico dispara y falla por un metro a la izquierda. El tercer estadí­stico no dispara, pero exclama en tono triunfal: «¡Lo conseguimos, lo conseguimos!»


Cuando Albert Einstein murió, se encontró en la cola del cielo, ante las puertas de San Pedro con tres gallegos. Para pasar el tiempo, preguntó cuáles eran sus coeficientes de inteligencia.

El primero dijo 190. «Maravilloso, podremos discutir la contribución de Niels Bohr a la estructura del átomo y los efectos gravitatorios a nivel cuántico».

El segundo respondió 150. «Podremos hablar del calentamiento del planeta y de la legislación necesaria para evitar el deterioro de la capa de ozono».

El tercer gallego balbuceó: 50. Einstein dudó un momento y luego añadió: «Bien, ¿cuál es su previsión para el déficit presupuestario el año que viene?»


Dos economistas se encuentran en la calle. Uno pregunta: «Qué tal está tu mujer?» El otro responde «¿En relación a qué?»


Un economista vuelve al cabo de varios años a su universidad a dar una conferencia, y decide aprovechar para saludar a un antiguo profesor. Va a su despacho y tras charlar un rato ve un examen sobre la mesa, así­ que lo coge, lo mira y le dice al profesor:
– Oye, ¡pero si este examen es el mismo que nos pusiste a nosotros hace doce años!
– Sí. Tengo sólo tres exámenes y los voy repitiendo cí­clicamente.
– Y no tienes miedo de que alguien lo descubra y lo copie?
– ¿Qué dices? No ves que las respuestas cambian de año en año?


Un hombre, paseando por un camino en el campo llega junto a un pastor que cuida un enorme rebaño de ovejas. Le dice al pastor: «Le apuesto 1.000 duros contra una de sus ovejas a que puedo señalarle el número exacto que hay en este rebaño.» El pastor piensa que el rebaño es muy grande y decide aceptar, «984», dice el hombre. El pastor queda asombrado porque esa es la cantidad exacta. «Soy una persona de palabra,» responde el pastor, «coja una oveja». El hombre toma un animal y comienza a alejarse.

«Espere,» grita el pastor, «déme la oportunidad de recuperarme. Doble o nada a que soy capaz de adivinar su ocupación exacta.» El hombre acepta rápidamente. «Usted es un economista que trabaja como asesor del Ministerio de Agricultura y Ganaderí­a», señala el pastor. «¡Increí­ble, esa es exactamente mi profesión!» responde. «Pero, dí­game, ¿cómo ha llegado usted a esa conclusión?»

«Deje usted primero a mi perro en el suelo y luego se lo explicaré».


El primer dí­a Dios creó el sol, de manera que el Demonio creó las tinieblas. El segundo dí­a Dios creó el sexo y como respuesta el Demonio creó el matrimonio. El tercer dí­a Dios creó un economista. Esto fue un golpe para el Diablo pero al final, después de pensarlo mucho, creó un segundo economista.


Regla de oro de política económica: «Nunca confíes en aquellas estadísticas que no hayas manipulado personalmente».

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