Ayuda a tus defensas, está en juego tu equilibrio

En estos tiempos de neurosis anti-grasa y guerra sin cuartel al colesterol, los yogures con etiquetas moradas o verdes invaden los pasillos del supermercado hasta el punto de que a veces cuesta encontrar un yogur normalito, el de toda la vida, no light, ni 0 calorí­as, ni bífi­dus ni la madre que lo parió.


Existen mil variantes de esos yogures así­ como de distintos productos lácteos omnipresentes cada dí­a en la publicidad, ofertados como el mejor aliado para reforzar las defensas de nuestro organismo, regular la flora intestinal, fortalecer huesos o ahuyentar el colesterol.

Tal vez convendrí­a recordar que el yogur a secas ya hace algo por sí­ mismo, no de un modo milagroso (nada lo es), simplemente nos favorece sin que tenga que venir a decirlo un tí­o con gafas de montura delgada y bata blanca o el actor o actriz de confianza.

De los envases mágicos depende al parecer no solo flora y colesterol, también nuestro equilibrio hormonal y hasta emocional. La leche normal no sirve. Los cereales normales no sirven. El pan normal no sirve. Así­ están las cosas desde hace tiempo, aunque a menudo insulten a la inteligencia del comprador.

Los yogures y otros lácteos con ingredientes fantásticos se caracterizan por unos precios subiditos, eso no falla. Serigrafiados con siluetas humanas de cintura de avispa y rostros con sonrisa inmaculada, acaban destinados principalmente a sectores vulnerables de la población: niños pequeños o en edad de crecimiento, personas con una salud delicada, jubilados y ancianos, haciendo a todos partícipes de la cruzada universal por la salud. Y si te resistes, vendrán los compañeros, los vecinos o la propia familia para insistir en que no puedes seguir viviendo sin L. Cassei inmunitas.

Intensas campañas publicitarias venden Actimeles, Danacoles y Activias como pócimas prodigiosas que mejoran las defensas del cuerpo de un modo incontestable, sin embargo no van más allá de mostrar una animación en la que el principio bueno devora a los malos. Estoy por apostar que pocos de los ingredientes exclusivos anunciados existen desde un punto de vista microbiológico. Son nombrajos creados por departamentos de marketing para las nuevas líneas de producto que más que aportarnos un beneficio extra a la salud aportan un beneficio extra a sus cuentas.

«Ayuda a tus defensas» ya es una de esas afirmaciones implantada en el inconsciente colectivo y se deriva de estudios cientí­ficos que, casualmente, llevan a cabo las propias empresas. Como para no sospechar.

De este modo se fragua el reportaje típico que muestra prados verdes, maduritos atractivos, chicas delgadas con ropa blanca y gente en paz consigo mismo que sonrí­e amigablemente.


Para rematar la faena, los medios publicitan estos productos cada día, incluso dentro de los informativos y cuando pones en tela de juicio sus virtudes, quedas como un ignorante o un inconsciente. Negocio redondo.

La publicidad puede ser cualquier cosa menos verí­dica, ¿creeremos que un maldito yogur nos va a solucionar la vida?

Los avances cientí­ficos con los que presumen las grandes marcas son cuanto menos engañosos desde el momento en que se basan en financiación propia desarrollada ex-profeso. No van a ser rigurosos, ni los resultados por tanto estadí­sticamente significativos: la mayorí­a de tales estudios no cumplirí­an los requisitos necesarios para aparecer publicados en una revista cientí­fica.

Claro que si no sacas cada poco tiempo un nuevo estudio que ha descubierto un «nuevo compuesto», no eres nadie. Entonces la marca elabora el publirreportaje que capta tu atención y listo. En fin, la gente sabrá lo que se lleva a la boca.


Para mantenerse saludable es importante comer variado, de todo un poco, dedicando tiempo a la cocina, que entre otras cosas puede ser creativa y divertida y además refuerza los lazos con los tuyos.

Aprende a escuchar a tu cuerpo, dale un poquito menos de lo que pida, sin atiborrarte. Unas caminatas largas y algo de ejercicio sientan mejor que bien.

Fritanga la justa, menos aún por la noche, y si reduces al mínimo azúcares y grasas (refrescos, bollería industrial, precocinados) habrás ganado bastante.

Trata de evitar los platos preparados y la comida rápida siempre que sea posible. No abuses del fiambre. Come siempre fruta, legumbres, yogur sin historias, queso, leche, arroz, ensaladas, huevos y pescado, pollo, ternera… Y bebe cerveza, cojones.

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