Graffitis en tiempos de crisis
Es en las calles donde mora la verdadera conciencia de las ciudades, la buena y la mala.
Y en ellas puede a veces distinguirse su representación en paredes sucias y olvidadas, en las que un alma retorcida o insatisfecha se expresa arrojando a partes iguales frustración y ansias de belleza.
Cualquier callejón es un lienzo donde pintar el desengaño ante un mundo incomprensible.
El artista anónimo anhela en lo más profundo de su ser dejar de serlo; pero mientras tanto está dispuesto a entregar lo mejor de sí mismo sin esperar nada a cambio.
Si esto es un hecho incontestable en circunstancias normales, ¿qué puede dar de sí el arte callejero azotado por una jodida crisis de identidad colectiva, de falta de liquidez y perspectivas, cuando no deja de crecer el ejército de descontentos, los bolsillos están más vacíos y se adquiere una percepción clara de ser objeto de una tomadura de pelo universal?
En tiempos duros sólo la imaginación de los pobres es capaz de seguir superándose.
Vía Fogonazos, con una galería completa.