Has visto muchas pelí­culas

Demasiadas, quizá y se nota porque adivinas a menudo la secuencia siguiente.

Cuando delante de la pantalla sientes que muchos trances resultan previsibles, es que ya has cumplido años.

Si tomamos por ciertas las situaciones que nos plantean gran parte de las pelí­culas norteamericanas, habremos de dar por supuesto que:

1. Los números de teléfono de USA empiezan todos por 555.

2. En plena persecución urbana hay dos métodos infalibles para quitarte a los malos de encima:

a) Mezclándote con la muchedumbre de un desfile (parece como si todos los dí­as fueran St. Patrick’ Day).

b) Tirar por el callejón camuflado que, pese a estar junto a la inmensa avenida plagada de tráfico, es frí­o y solitario como un cementerio. Pero cuidadí­n, tras el cubo de basura del restaurante chino de turno hay una pared que te cierra la salida.

3. Las sábanas de las camas tienen corte asimétrico: permiten ver como máximo las axilas de la mujer pero todo el torso masculino.

4. ¿Quién dice que no puedes pilotar un avión y aterrizar con él? Sólo hace falta un experto en la torre de control que por radio te dará las instrucciones necesarias y ánimos sobrados para llevar la empresa a buen fin. Además al final esperan aplausos masivos garantizados.

5. No hay duda, los conductos del aire acondicionado de los edificios son el mejor escondite (a nadie se le ocurrirá mirar en ellos) y llegan del tirón a cualquier parte del edificio que se os ocurra.

6. Si puedes elegir arma que sea una pistola. Siempre se consiguen mejores resultados que con una ametralladora, dónde va a parar. Más aún, no hay problema con recargar balas, hay munición de sobra aunque vayas desnudo.

7. El verdadero hombre no se inmuta tras recibir la paliza del siglo pero se queja escandalosamente cuando una mujer le aplica un poquito de cera.

8. Si se ve en algún momento un vidrio de considerables dimensiones transportado por un par de hombres, alguien va a atravesarlo en breve.

9. El comisario de policí­a casi siempre es un hombre de color ceñudo y malhumorado, de carácter seco y severo.

10. El juez o jueza también. Y soltará más pronto que tarde aquello de «Letrado, no le consiento que en mi sala …»

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