La locura de las actualizaciones de software
Imagínese usted, querido lector/a, que una desconocida y «altruista» empresa decidiera que cada vez que usted sale de su casa a trabajar o a hacer la compra, la misma mandara una cuadrilla de diseñadores de interiores y de albañiles a su casa para redecorarla y hacer reformas. De esta manera, cada vez que usted volviera de la calle se encontraría con que en el lugar donde estaba su dormitorio, ahora se encuentra la cocina, en el sitio donde estaba su cama ahora se encuentra su televisor, sus armarios se encuentran desperdigados por el jardín y las paredes ahora son de un color rojo chillón.
Ahora vamos a suponer que además esas reformas continuas acaban provocando daños en la infraestructura de su vivienda, y que por ejemplo, en vez de salir agua caliente por su ducha, ahora sale fría y sucia, y que su nevera en vez de enfriar calienta, su microondas enfría y por su televisor solo se sintonizan documentales sobre la berrea del ciervo…
Vamos a estirar un poco más este ejercicio mental de catástrofes domesticas y vamos a imaginar que además, estas continuas reformas de su casa han alterado las leyes de la física de la misma y ahora, cuando enciende el interruptor de la luz del pasillo, su lavadora desaparece y su cuarto de baño se convierte en un tablao flamenco, y cuando usted enciende su equipo de música, el tejado de su casa sale volando a 27.000 km/h en dirección hacia los satélites de Júpiter.
¿Se imagina vivir así continuamente?
Bueno, pues ahora cambien ustedes la palabra «casa» por las palabras «ordenador, tablet o móvil» y empezarán a vislumbrar hacía donde voy.
Y yo me pregunto: Si obviamente jamás toleraríamos a una empresa hacer esto con nuestra casa, ¿por qué demonios permitimos que los fabricantes de hardware y software lo hagan continuamente con nuestros dispositivos electrónicos o con nuestras webs preferidas?, ¿es acaso normal que cientos de programas que usamos a diario se actualicen no ya mensualmente, si no incluso semanalmente?
Programas y webs que cambian continuamente su diseño y sus características, programas que obligan a re-aprender una y otra vez su uso hasta crear en la gente una especie de hastío y asco por los mismos, programas que introducen fallos y más fallos y que arreglan una cosa y rompen otras y que muchas veces dejan el ordenador completamente inutilizable o con extraños comportamientos.
Lo más triste de todo este asunto es que muchos programadores informáticos han reconocido que estas actualizaciones continuas la mayor parte de las veces no valen para nada y solo se hacen por cuatro motivos:
- Para generar en los clientes una sensación de FOMO (Fear Of Missing Out en Inglés): Miedo a perderse «algo bueno» o algo «muy interesante» que probablemente vendrá con las actualizaciones de sus programas favoritos (y que nunca llega).
- Para generar en los clientes el miedo a quedarse atrás FOBLB (Fear Of Being Left Behind en Inglés): Miedo a quedarse obsoleto.
- Para crear una sensación de continua dependencia en los clientes.
- Para generar una suerte de obsolescencia planificada en sus clientes y forzarles a adquirir nuevos productos y a tirar a la basura sus artificialmente obsoletos dispositivos.
Solo nos queda desear que alguien se baje de una vez del carro de toda esta locura, y se genere una masa de clientes enfurecidos con estas practicas para poder hacer que los fabricantes vuelvan a la sensatez que gobernaba toda la tecnología antes de la aparición de Internet. No obstante, soy pesimista ya que incluso los fabricantes de coches quieren ofrecer la posibilidad de mantener actualizados sus sistemas informáticos de navegación, entretenimiento y conducción, mediante «actualizaciones mensuales de pago» y así convertir a los coches en una especie de ordenador con ruedas que se actualizará continuamente:
Volkswagen ha contratado a 10.000 ingenieros para ser una empresa de software: «Si nos quedamos en el hardware nos convertiremos en una ‘commodity'», afirma su directora en España:
https://www.businessinsider.es/volkswagen-quiere-dedicarse-software-contrata-10000-ingenieros-879871
Que Dios nos coja confesados…