La locura de las actualizaciones de software

Imagínese usted, querido lector/a, que una desconocida y «altruista» empresa decidiera que cada vez que usted sale a trabajar o a hacer la compra, enviase una cuadrilla de diseñadores de interiores y albañiles a su casa para redecorarla y hacer reformas. De manera que al volver usted se encontraría la cocina donde estaba su dormitorio, el aseo ahora es el salón, sus armarios cambiados de lugar y las paredes de un nuevo color salmón tostado.


Ahora vamos a suponer que además esas reformas acaban alterando la infraestructura de su vivienda y que por ejemplo, en vez de salir agua caliente por su ducha sale agua fría y sucia, su nevera calienta en lugar de enfriar y su televisor solo sintoniza documentales sobre la vida salvaje en África …

Vamos a estirar un poco más este ejercicio mental de catástrofes domésticas imaginando que estas continuas transformaciones han alterado incluso leyes de la física, de modo que al encender el interruptor de la luz del pasillo desaparece su lavadora, su cuarto de baño se convierte en un tablao flamenco y al encender el equipo de música el tejado de su casa sale disparado al cielo.

¿Se imagina vivir así?

Bueno, pues ahora cambien ustedes la palabra «casa» por las palabras «ordenador, tablet o móvil» y empezarán a vislumbrar hacia donde voy.

Y yo me pregunto: si obviamente jamás toleraríamos a una empresa hacer estar barbaridades con nuestra casa, ¿por qué demonios permitimos que los fabricantes de hardware y software lo hagan continuamente con nuestros dispositivos electrónicos y servicios web preferidos? ¿Es acaso normal que todos los programas que usamos a diario se actualicen cada pocos días?

Programas y páginas que cambian continuamente su diseño y funcionalidades, cuyo uso obliga a readaptarse una y otra vez hasta alterarnos los nervios o que introducen fallos nuevos en algo que antes funcionaba y teníamos dominado.


Lo más triste de todo este asunto es que muchos programadores han reconocido que estas actualizaciones continuas la mayor parte de las veces no sirven para nada, solamente se implementan básicamente por cuatro motivos:

  1. Generar en los clientes una sensación de FOMO (Fear Of Missing Out, miedo a perderse «algo bueno o muy interesante» que supuestamente vendrá con las actualizaciones de tus programas favoritos (y que nunca llega).
  2. Agitar en los clientes el miedo a quedarse atrás: FOBLB (Fear Of Being Left Behind), es decir, el temor a verse apartado de los nuevos avances.
  3. Consolidar una dependencia continua de la marca.
  4. Forzar a la clientela a la adquisición de nuevos productos desprendiéndonos de los que veníamos utilizando.

Solo nos queda soñar con que cese esta locura, tal vez generando una gran masa de clientes concienciados y opuestos a tales prácticas para todos juntos forzar a los fabricantes a recuperar la sensatez que gobernaba la tecnología antes de la aparición de Internet.

No obstante soy pesimista, incluso fabricantes de coches quieren ofrecer la posibilidad de mantener actualizados sus sistemas de navegación, entretenimiento y conducción mediante «actualizaciones mensuales de pago» y así convertir a los coches en una especie de ordenador con ruedas que se actualizará continuamente.

Que Dios nos coja confesados.

Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Privacidad y cookies

Utilizamos cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mismas Enlace a polí­tica de cookies y política de privacidad y aviso legal.

Pulse el botón ACEPTAR para confirmar que ha leído y aceptado la información presentada


ACEPTAR
Aviso de cookies